Todavía conservo el mismo sentido de asombro por nuestro programa espacial que tenía cuando era niño. Representa una parte esencial de nuestro carácter de curiosidad y exploración, innovación e ingenuidad, siempre presionando los límites de lo que es posible y haciéndolo antes que todos. La carrera espacial que ganamos no sólo contribuyó inconmensurablemente a desarrollos tecnológicos y médicos, pero también inspiró a una generación de científicos e ingenieros que mantienen a Estados Unidos a la vanguardia.
Esa es una de las razones por las que en mi primer discurso a los estadounidenses juré darle a la ciencia el lugar que se merece. En nuestros primeros meses, mi administración hizo la inversión más grande de nuestra historia en investigación y fui al Centro Espacial Kennedy a hacer un llamado para revigorizar y reimaginar el programa espacial para explorar más de nuestro sistema solar y darle una mirada más profunda al universo.
En los años desde ese entonces, le hemos dado nueva vida a la innovación en tecnología en la NASA, hemos extendido la vida de la Estación Espacial Internacional y hemos ayudado a las compañías estadounidenses a crear trabajos en el sector privado capitalizando el potencial sin explotar de la industria espacial.
Solo el año pasado, la NASA descubrió agua en Marte y la evidencia de hielo en una de las lunas de Júpiter, y logramos hacer mapas de Plutón –a más de 4.800 millones de kilómetros de distancia– en alta resolución. Nuestros telescopios espaciales revelaron más planetas como la tierra orbitando estrellas lejanas, y estamos haciendo nuevas misiones para interactuar con asteroides, lo que nos permitirá aprender cómo proteger la Tierra de una colisión y a la vez dándonos información sobre los orígenes de la vida en nuestro planeta. Hemos volado por cada planeta del sistema solar, algo que ninguna otra nación puede decir. Y continuamos reduciendo el costo de la exploración espacial para quienes pagan impuestos.
Esta semana, convocamos a unos de los mejores científicos, ingenieros, innovadores y estudiantes en Pittsburg para soñar formas en las que se podría construir nuestro progreso para llegar a nuevas fronteras. Hace apenas cinco años, las compañías estadounidenses fueron excluidas del merado global de lanzamientos. Hoy, gracias al trabajo de los hombres y mujeres de la NASA, tienen más de un tercio de ese mercado. Más de 1.000 compañías en los 50 estados están trabajando en iniciativas privadas.
Tenemos una meta clara vial para el próximo capítulo de la historia de Estados Unidos en el espacio: enviar a humanos a Marte para la década de 2030 y regresarlos sanos y salvor a la Tierra con el objetivo a largo plazo de que un día puedan permanecer allí por un tiempo extendido. Llegar a Marte requerirá cooperación continua con operadores del gobierno e innovadores privados, y ya estamos en camino. En los próximos dos años, las compañías privadas enviarán por primera vez a astronautas a la Estación Espacial Internacional.
El siguiente paso es llegar más allá de los límites de la órbita de la Tierra. Me emociona anunciar que estamos trabajando con socios comerciales para construir nuevos hábitats que pueden sostener y transportar a astronautas en misiones de larga duración hacia el espacio profundo. Estas misiones nos enseñarán cómo los humanos pueden vivir lejos de la Tierra, algo que necesitaremos para el largo camino hacia Marte.
El reportero que cubrió la llegada del hombre a la Luna para el New York Times, John Noble Wilford, luego escribió que Marte llama nuestra imaginación con «una fuerza más grande que la gravedad». Llegar allí será un gran salto. Pero los primeros pasos, los pequeños, ocurrirán cuando nuestros estudiantes, la generación de Marte, entre a sus salones de clases cada día. Los descubrimientos científicos no ocurren de la noche a la mañana; necesitan años de pruebas, paciencia y un compromiso nacional con la educación.
El presidente Eisenhower sabía esto: en 1959 dedicó grandes recursos a la educación en ciencia y matemáticas justo alrededor de la misma época en la que creó la NASA. Por eso estoy orgulloso que hayamos superado varios hitos en la educación de Ciencias, Tecnología y más. Por primera vez, más de 100.000 ingenieros se están graduando de las universidades de Estados Unidos cada año, y estamos en camino de llegar a mi meta de entrenar 100.000 nuevos profesores excelentes en estos temas en una década.
Cuando nuestros astronautas de Apollo miraron desde el espacio, se dieron cuenta que aunque su misión era explorar la Luna, de hecho habían «descubierto la Tierra». Si vamos a fortalecer nuestro liderazgo en el espacio aún más en este siglo, no sólo nos beneficiaremos con los avances en energía, medicina, agricultura e inteligencia artificial, nos beneficiaremos de un mejor entendimiento de nuestro ambiente y de nosotros mismos.
Algún día espero cargar a mis nietos en mis hombros. Miraremos a las estrellas con asombro, como lo han hecho desde el inicio de los tiempos. Pero en lugar de esperar el regreso de los intrépidos exploradores, sabremos que por las decisiones que tomamos ahora, han ido al espacio no solo a visitar, sino a quedarse, y haciendo eso, mejorando nuestras vidas en la Tierra.