La insalubridad del ambiente, como la polución del aire, del suelo y del agua, y la exposición a substancias químicas o a los rayos ultravioletas, provocan anualmente 12,6 millones de muertes, según un nuevo estudio publicado hoy por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El informe, titulado «Prevenir enfermedades a través de ambientes saludables: un estudio mundial del peso de las enfermedades ligadas a riesgos medioambientales», pretende poner énfasis en el hecho de que centenas de miles de muertes puede evitarse cada año.
La conclusión principal del informe es que un 23 % de la mortalidad mundial se puede atribuir a causas ambientales: 12,6 millones de muertos, la mayoría de los cuales podría evitarse.
De los 12,6 millones, 8,2 millones de personas mueren anualmente de causas relacionadas con la contaminación del aire (interior y exterior), incluido el tabaquismo pasivo.
Un pobre acceso al agua potable y al saneamiento; la contaminación con químicos y agentes biológicos depositados en el suelo; y el cambio climático entre muchos otros provocan el resto de fallecimientos ligados a la insalubridad del ambiente.
«Si los países no toman medidas para que las poblaciones vivan y trabajen en un ambiente sano, millones de personas seguirán enfermando y muriendo prematuramente», dijo en rueda de prensa María Neira, directora de Salud y Medio Ambiente de la OMS.
El informe recuerda que los niños (especialmente los menores de cinco años) y los adultos de 50 a 75 años son los más expuestos a los riesgos ambientales.
La OMS estima que «una mejor gestión del medio ambiente» permitiría salvar la vida a 1,7 millones de niños menores de 5 años anualmente y de 4,9 millones de personas con edades entre los 50 y los 75 años.
Las enfermedades diarreicas y las infecciones respiratorias afectan esencialmente a los menores de cinco años y las enfermedades no transmisibles a los adultos mayores.
Con respecto a las enfermedades concretas que provocan los decesos ligados al medioambiente, la OMS estima que 2,5 personas mueren anualmente de accidente vasculares cerebrales; otros 2,3 fallecen por cardiopatías isquémicas; y 1,7 millones perecen por traumatismos no intencionales como accidentes de circulación.
Asimismo, 1,7 millones mueren de cáncer; 1,4 millones fallecen de afecciones respiratorias crónicas; 846.000 perecen de enfermedades diarreicas; 567.000 de infecciones respiratorias; 270.000 de afecciones neonatales y 259.000 de malaria.
Por regiones, el sudeste asiático y el Pacífico occidental son las zonas más afectadas por los riesgos medioambientales, dado que conjuntamente acumulan 7,3 millones de decesos, la mayoría de ellos atribuibles a la polución del aire interior y exterior.
Concretamente, la OMS estima que la región del sudeste asiático contabiliza anualmente 3,8 millones de muertes ligadas a la insalubridad del medio ambiente; y la región del Pacífico occidental acumula 3,5 millones.
África registra anualmente 2,2 millones de decesos; Europa 1,4 millones; la región del Mediterráneo oriental 854.000; y la región de las Américas 847.000.
Algunas de las estrategias apuntadas por la OMS para luchar contra la insalubridad del ambiente pasa por reducir el uso de combustible sólidos en la cocción de alimentos, el alumbrado y la calefacción interior.
Asimismo, el acceso al agua potable y al saneamiento combatiría de forma radical las enfermedades diarreicas.
Otra estrategia pasa por reducir la polución ambiental con propuestas de reducción de contaminación de vehículos privados.
Asimismo, estrategias más concretas y efectivas como modificaciones de infraestructuras viarias que reduzcan los accidentes de tráfico -contabilizados como decesos ambientales porque se pueden prevenir- o prohibición de fumar en espacios públicos también están incluidas en el informe.
«Las adaptaciones pueden frenar considerablemente el peso de las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, de los traumatismos y de los cánceres a nivel mundial, lo que conllevaría una caída inmediata de los gastos en salud pública», recordó Neira.
La experta puso el ejemplo de la actual epidemia del virus del Zika y sus consecuencias -aumento exponencial de casos de microcefalia en recién nacidos- para abogar por un esfuerzo global por mejorar los sistemas de saneamiento.
«El mosquito crece en las aguas estancadas, una de las razones por la que no hay zika en el sur de Europa donde las temperaturas también son cálidas es porque el saneamiento es correcto y los mosquitos no tienen donde crecer», concluyó.