Los enfrentamientos se produjeron el domingo 27 de mayo en la noche en el municipio de Montañita, en el departamento de Caquetá (sur), donde tropas militares llevaban a cabo un operativo antiextorsión. Hubo «once bajas y dos heridos, entre esos un menor edad que había sido reclutado forzosamente», declaró Villegas a emisoras. Los 13 formaban parte del grupo dirigido por ‘Rodrigo Cadete’, quien actuaba como mando medio de la exguerrilla comunista y que no se acogió al proceso de paz firmado en noviembre de 2016. Según el ministro, la organización venía amenazando a Andrés Perdomo, alcalde de Florencia, capital de Caquetá, y a la empresa de energía de la zona.
«Los delincuentes venían exigiendo el pago de extorsiones a los comerciantes de la capital del departamento del Caquetá y a la comunidad de las zonas rurales», agregó el ejército en un comunicado. Sin un mando unificado, las disidencias de las FARC operan en varios puntos del país y, según el ejército, cuentan con unos 1.200 combatientes. A raíz del secuestro y asesinato de un equipo ecuatoriano de prensa en la frontera, reivindicado por el frente Oliver Sinisterra que dirige alias «Guacho», las autoridades colombianas arrecieron la persecución en contra de los rebeldes que se separaron de los acuerdos de La Habana.
«No bajaremos la guardia contra los grupos residuales. Seguiremos combatiéndolos con toda contundencia» escribió en Twitter el presidente Juan Manuel Santos. Según inteligencia militar, los disidentes estarían implicados en la muerte de decenas de militares y civiles, así como en el secuestro y desaparición de uniformados. Cadete, en particular, es señalado de tener vínculos con el tráfico de cocaína y coltán (empleado en la industria tecnológica) hacia Venezuela y Brasil. Aunque el pacto de paz disminuyó sensiblemente la intensidad del conflicto colombiano, todavía operan los rebeldes guevaristas del ELN y bandas armadas del narcotráfico.