Helen Bicknell y Nicola Rothon no paran de sonreír. Finalmente, sus pequeños Satya, de seis años, y Arundel, de 2, ya tienen los documentos que los identifican plenamente como hijos de una unión de lesbianas.
En las cédulas de Satya y Arundel, se lee «Padre: xxx» y en seguida aparecen los nombres de las mujeres en el espacio tradicionalmente reservado al dato de la madre.
«¡Por fin!», exclama Bicknell al abandonar este jueves la oficina del Registro Civil en Quito. Fue allí mismo donde hace seis años y medio les negaron la inscripción de Satya.
Entonces estas mujeres de 40 años iniciaron la batalla legal por el reconocimiento de Satya y su hermano, concebidos mediante inseminación artificial.