Ahora, las muestras de estas piezas óseas deberán ser cotejadas con el ADN de los padres de la chica de 18 años, desaparecida el 7 de julio del 2012, en el sector de la Av. Ajaví, en el sur de Quito. Así lo confirmó Víctor Araus, jefe de la Dirección de Delitos Contra la Vida y Desaparecidos (Dinased).
El lugar en donde se recuperaron los restos fue relevado por el pastor evangélico, quien es el principal sospechoso de la desaparición. El sitio está ubicado en un baldío, al borde de una quebrada en Bellavista (norte de Quito).
La fiscal Mayra Soria, quien maneja el caso, confirmó que el hombre reveló nuevos datos y que lo hizo en el marco de una cooperación eficaz.
Es decir, a través de un acuerdo que firmó con la Fiscalía, en el que se compromete a proporcionar información veraz sobre el caso y a cambio podría recibir una sentencia reducida, según lo determina el Código Integral Penal (art. 491).
Desde la mañana de ayer, agentes de la Dinased, canes adiestrados, personal de Criminalística y un perito en antropología forense realizan excavaciones. Decenas de kilos de tierra fueron removidos con ayuda de una pala mecánica. Un cuadrilla de aspirantes a la Policía se encargó de cernir la tierra y buscar todo tipo de evidencias, como, por ejemplo, restos de ropa de mujer.
En este procedimiento estuvieron presentes los padres de la joven, Elizabeth Rodríguez y Absalón Campoverde. Este último se refirió al acuerdo firmado por el pastor.
“Esa cooperación está en el Código y (el sospechoso) se acogió a eso. El resto no importa. Lo que nos interesa como padres es encontrar los restos de mi hija. Si le dan 50, 70, un año, un día (de cárcel) no me interesa; me interesa encontrar a mi hija, porque lo que nos han hecho vivir durante seis años y cuatro meses no lo van a sanar con nada”, dijo.
El pastor acusado también participó en la diligencia. Él estuvo custodiado todo el tiempo por agentes de la policía del Centro de Rehabilitación Social de Latacunga, en donde se encuentra recluido desde septiembre pasado.
Según la fiscal Soria, durante la investigación se determinó que el religioso fue la última persona que tuvo contacto con la víctima, el 7 de julio del 2012.
Ese día, el procesado hizo una llamada telefónica desde su celular, al que le colocó el chip o tarjeta SIM del teléfono de la joven.
A través de esta prueba se estableció su participación directa, aunque en su primera versión negó que haber tenido contacto con ella. Además, los investigadores establecieron que él creó un perfil falso en Facebook para chatear con Juliana, manipularla y obligarla a que se casara con su hermano menor.
Otras evidencias que se recogieron en este caso son las pericias a la computadora del pastor, en la que se hallaron registros de búsquedas hechas en el Internet sobre cadáveres de mujeres encontrados en Quito.
“Después de la desaparición de Juliana, revisaba noticias sobre cuerpos de mujeres hallados en la capital”, contó un agente de la Policía.
El detenido está procesado por el plagio de la joven. De confirmarse que Juliana fue asesinada, la fiscal dijo que se analizará el caso y se tomarán nuevas acciones legales.
Fuente: El Comercio- Nota original: LINK