El embajador griego Kyriakos Amiridis, de 59 años, estaba desaparecido desde la noche del lunes. Su esposa, Françoise, reportó su ausencia a la policía el miércoles.
Ambos convivían desde hace 15 años, con una hija de 10 años. Globo TV informó el viernes por la tarde que el policía Sergio Moreira, de 29 años, confesó haber matado al embajador el lunes por la noche en la casa que tenían los Amiridis en el desfavorecido barrio de Nova Iguaçu, en la violenta zona norte de Río de Janeiro.
Luego, la brasileña Francoise Souza Oliveira de Amiridis «confesó haber participado» en el homicidio. La viuda fue interrogada en la Delegación de Homicidios de la Baixada Fluminense, a donde arribó a las 10:00 (07:00 hora de Ecuador).
Los investigadores trabajan con la hipótesis de que el diplomático fue asesinado dentro del domicilio que compartía con su mujer y luego su cadáver fue trasladado al automóvil que terminó calcinado. El policía y la viuda permanecen bajo custodia. Policías y funcionarios de seguridad de Río declinaron comentar la noticia y tampoco entregaron detalles adicionales sobre su investigación.
La Embajada de Grecia en Brasilia declinó referirse a la situación y el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores griego, Stratos Efthymiou, afirmó desde Atenas que el gobierno heleno no tiene nada que decir sobre el caso.
Amiridis se desempeñó como cónsul general de Grecia en Río entre 2001 y 2004. Fue embajador en Libia desde 2012 hasta que se hizo cargo de la embajada en Brasil a comienzos de 2016. Otros dos sospechosos estaban detenidos, pero no fueron identificados, según Globo.
El jueves fue hallado un cuerpo carbonizado dentro del automóvil que habían arrendado Amiridis y su esposa. Estaba estacionado debajo de una autopista sobre nivel ubicada en la zona donde se estaban alojando. Cuerpo «totalmente carbonizado» La identificación del cuerpo se presenta más complicada, porque «está totalmente carbonizado», indicó una fuente vinculada a la investigación. La esposa de Amiridis era interrogada en esa comisaría, al igual que otros dos individuos -un policía militar y un joven- contra los que ya se dictó orden de presión, precisó.
Según la fuente, la mujer ya había sido interrogada la víspera, pero «el jefe de la División quería volver a verla». Amiridis y su mujer tenían una hija, de 10 años.
El comisario de la Baixada Fluminense, Evaristo Pontes, había descartado la víspera la hipótesis del secuestro, ante la ausencia de cualquier tentativa de toma de contacto con la familia. Y explicó que su sección había tomado a cargo el caso, porque la Policía Federal consideró que la desaparición de Amiridis no tenía que ver con su función diplomática.
Amiridis era embajador de Grecia en Brasil desde este año. De 2012 a 2016 había sido embajador en Libia. De 2001 a 2004, se había desempeñado como cónsul general en Río de Janeiro.
Sumida en una severa crisis económica, la ciudad que acogió hace unos meses los Juegos Olímpicos vive una fuerte alza en sus ya elevados índices de violencia urbana, alimentados por el narcotráfico y la pobreza de gran parte de sus habitantes.