Aseguró que el Gobierno adelanta las negociaciones en dos frentes para concretar este año un proyecto que, a más de vital para incrementar la rentabilidad del sector petrolero, blindará la dolarización. Por un lado, se trabaja con un grupo de empresas chino-coreanas que asumiría la construcción y, en paralelo, con un conglomerado de instituciones financieras en torno al crédito de 13.300 millones de dólares que se necesita para financiar la iniciativa que dotará al país de una planta con capacidad para procesar 300.000 barriles por día (bpd).
En torno a los cuestionamientos referentes a la inversión para la construcción de la Refinería del Pacífico, Poveda defendió la necesidad de incrementar el parque refinador del país a fin de cubrir la demanda de combustibles que crece a un ritmo anual promedio de 6% y para lo que se requiere destinar miles de millones de dólares para su importación, ante la imposibilidad de las refinerías ecuatorianas de abastecer los requerimientos de productos, como gasolinas, diésel y fuel oil. Según la proyección de crecimiento de la demanda de combustibles para el 2022, año en el que se planifica la entrada en operación de RDP, el país deberá destinar hasta 9 000 millones para importar combustibles.
Las refinerías de Esmeraldas, La Libertad y Shushufindi tienen una capacidad de procesamiento conjunta de crudo de 176.000 bpd, que cubre aproximadamente el 55% de la demanda local. El saldo es cubierto a través de onerosas importaciones, lo que complica la viabilidad fiscal actual y futura del país. Únicamente en el 2015, se destinaron US$ 3.800 millones para adquirir combustibles en los mercados internacionales.
En este escenario, insistió en que la Refinería del Pacífico no es una opción sino una necesidad. El país no puede seguir dilatando un proyecto tan importante que permitirá satisfacer el 100% de la demanda y exportar combustibles por5.500 millones anuales. “Nuestra meta es que este año se cierre el financiamiento. La refinería tiene un plazo de construcción de 60 meses”.
Poveda cuestionó a los detractores del proyecto por desestimar los justificativos técnicos y financieros que sustentan su construcción, exhibiendo las millonarias inversiones que han hecho países de la región, como Colombia y Perú en sus refinerías y el hecho que la Refinería del Pacífico tendrá una estructura operativo – financiera que le permitirá procesar crudo con niveles de retorno suficientes para cubrir el servicio de la deuda a ser contratada.