Puigdemont resultó elegido presidente con mayoría absoluta gracias a 70 votos a favor -62 de la coalición Junts Pel Sí (JxSí) y 8 el partido de izquierda radical CUP-, y el voto en contra de los 63 diputados del resto de formaciones del Parlamento regional -Ciudadanos (liberales centristas), PSC (socialistas), Si que es Pot (izquierda) y PP (centroderecha)-.
Dos de los diputados del partido de izquierda radical CUP (10 diputados) se abstuvieron.
La investidura de Puigdemont fue posible hoy, a dos horas de que expirara el plazo para que automáticamente se convocaran nuevos comicios, gracias a la renuncia de Artur Mas, anterior presidente regional, y un acuerdo in extremis firmado ayer entre Junts Pel Sí y la CUP.
La coalición JxSí -formada por heterogéneas formaciones políticas- fue la lista más votada en las elecciones regionales pero necesitaba los votos de la CUP para investir a su candidato y proseguir con su plan de «desconexión» de España.
Puigdemont pidió hoy perdón a los ciudadanos por las tensas negociaciones, y celebró el acuerdo alcanzado ya que garantiza la estabilidad de un nuevo Ejecutivo regional que empezará a caminar «a la luz» de la declaración rupturista aprobada en noviembre -que posteriormente anuló el Tribunal Constitucional- y que iniciará «el proceso para constituir un Estado independiente en Cataluña».
El programa de Gobierno presentado hoy por Puigdemont en su investidura es calcado al que presentó Mas en un fallido pleno de hace unos meses, y contempla la creación de una «Hacienda propia» catalana, «un Banco Central de Cataluña» e incluso «aduanas».
Los portavoces de los partidos en la oposición recriminaron al nuevo jefe del Ejecutivo catalán ser el encargado de un proyecto «ilegal», como declaró la líder de Ciudadanos Inés Arrimadas, mientras que el socialista Miquel Iceta espetó a Puigdemont: «No a la independencia, a ilegalidad y a su investidura».
El acuerdo alcanzado ayer compromete a la CUP a «no votar en ningún caso en el mismo sentido que los grupos parlamentarios contrarios al proceso» soberanista o al derecho a decidir «cuando esté en riesgo» la estabilidad del Gobierno regional.
Para asegurar este punto, dos de los diez diputados de la CUP se incorporarán a la dinámica del grupo parlamentario de Junst pel Sí (JxSí) «de manera estable».
En respuesta a la investidura de hoy, el jefe del Ejecutivo español en funciones, Mariano Rajoy, compareció para prometer que cumpliría con su obligación de velar por la ley y la Constitución ante el desafío soberanista y que advirtió que «no dejará pasar ni una» a Puigdemont contra la unidad de España ni le permitirá que «se arrogue poderes ilimitados».
«Tenemos más instrumentos que nunca para defender nuestra unidad, las principales fuerzas políticas estamos de acuerdo en ello», dijo Rajoy que recibió el respaldo del líder de la oposición, el socialista Pedro Sánchez, y el de Ciudadanos, Albert Rivera, que encabeza la cuarta fuerza política en el Congreso.
Rajoy advirtió a los partidos nacionalistas que el Estado «funciona siempre» y la democracia «tiene siempre la misma validez», aunque el Gobierno «esté en funciones», añadió.
Este nuevo capítulo del pulso soberanista ha avivado el debate nacional sobre la formación de un nuevo Ejecutivo español, donde la cuestión catalana es una de las «líneas rojas» ante los posibles pactos para formar Gobierno, en un escenario marcado por la incertidumbre y sin mayorías parlamentarias.
El capítulo abierto hoy en Cataluña recrudece por otro lado los planes de los socialistas, que quieren emular al Gobierno portugués y plantean formar un Ejecutivo de «gran coalición» de fuerzas progresistas con fuerzas como Podemos, que está a favor de una consulta vinculante sobre la independencia de la región, y partidos nacionalistas.