En su tercera misión diplomática en Estados Unidos, Kislyak se encuentra en el corazón de una tormenta política en Washington, con sus encuentros con asociados del presidente Donald Trump bajo un estrecho escrutinio.
En primer lugar, sus relaciones con el efímero consejero de seguridad nacional de Trump, Mike Flynn, hicieron que éste fuera despedido por no poder desmentirlas. Y, en este momento, dos reuniones con el secretario de Justicia Jeff Sessions están causándole un gran dolor de cabeza al gobierno de Trump.
Entonces, ¿quién es Kislyak y cuál es su papel en esta controversia?
«Eficaz y experimentado»
El exembajador de Estados Unidos en Rusia Michael McFaul aseguró recientemente que Kislyak había tenido «todos los trabajos más importantes en el Ministerio de Relaciones Exteriores, excepto uno». Al describirle como «eficaz y experimentado», McFaul añadió: «Nunca estás confundido acerca de qué país representa». Al hablar durante un evento de la Universidad de Stanford junto con Kislyak en noviembre, McFaul también recordó «los fantásticos almuerzos en su residencia» en Washington.
Actuales y antiguos funcionarios de inteligencia estadounidenses han descrito a Kislyak como un espía de categoría superior y un reclutador de espías, una noción que los funcionarios rusos han rechazado. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo que «nadie ha escuchado una sola declaración de los representantes de las agencias de inteligencia estadounidenses con respecto a nuestro embajador», y atacó las «suposiciones despersonalizadas de los medios que están constantemente tratando de sacar esta situación de sus proporciones».
La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Maria Zakharova, añadió sarcásticamente: «Voy a revelar un secreto: los diplomáticos trabajan y su trabajo es establecer contactos con la gente».
Kislyak, de 66 años, se formó como ingeniero en Moscú y luego asistió a la Academia de Comercio Exterior de la Unión Soviética antes de unirse al Ministerio de Relaciones Exteriores en 1977, en plena Guerra Fría.
Su primer viaje como enviado ante los Estados Unidos se produjo entre 1985 y 1989, en el apogeo de los esfuerzos del entonces presidente Mikhail Gorbachov para abrir y reformar la Unión Soviética.
Exdiplomáticos estadounidenses dicen que el fuerte de Kislyak era el control de armas, una especialidad en la que persistió tras el colapso de la Unión Soviética. Fue embajador de Rusia en la OTAN entre 1998 y 2003. Como Ministro Adjunto de Relaciones Exteriores, hace una década dirigió a la delegación rusa en conversaciones con Estados Unidos sobre la ampliación y enmienda de los acuerdos de control de armas y mostró un conocimiento detallado de los aspectos técnicos, según expertos en el campo.
Envío a Washington
Kislyak ha sido embajador en Washington durante nueve años, un periodo extraordinariamente largo. Llegó poco antes de que el presidente Barack Obama fuera elegido. Y en los primeros días de su gobierno, la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, le regaló al ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, un botón de «reset», diseñado para anunciar un nuevo comienzo en las relaciones. Pero durante la mayor parte del tiempo desde entonces, las relaciones, en el mejor de los casos, han sido tibias, y a veces han llegado a un punto de enfriamiento total, especialmente después de que Vladimir Putin se convirtiera en presidente por segunda vez en el 2012.
Kislyak fue embajador cuando la entones secretaria de Estado, Hillary Clinton, le regaló al ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergey Lavrov, un botón de «reset».
En público, Kislyak ha sido un franco comentarista sobre las relaciones entre Moscú y Washington, al asegurar en noviembre que «estamos viviendo el peor momento en nuestra relación», a pesar de que la división ideológica de la Guerra Fría había desaparecido hace tiempo.
Había, según dijo, más asuntos que unían que los que separaban a Rusia de Estados Unidos: la lucha contra el terrorismo, la intolerancia religiosa, el cambio climático. Pero los argumentos sobre Ucrania, la expansión de la OTAN hacia los países bálticos y la imposición de sanciones contra Crimea han llevado a una situación en la que «hemos aprendido a vivir sin ustedes y ustedes han aprendido a vivir sin nosotros».
«Daño colateral»
Kislyak estaba en la audiencia en el Hotel Mayflower en Washington en abril pasado, cuando el entonces candidato Donald Trump hizo su primer discurso importante sobre política exterior, diciendo: «Creo que una relajación de las tensiones, y mejores relaciones con Rusia, es posible, absolutamente posible».
Kislyak mantiene un horario regular de apariciones públicas y compromisos de conferencias en Estados Unidos. En octubre, le dijo al Detroit Economic Club que Rusia se había convertido en un factor inesperado e innecesario en la campaña electoral de Estados Unidos. «Nos hemos convertido en el daño colateral en la lucha entre los dos partidos aquí», aseveró.