«No hay conejo en el sombrero (magia) para enfrentar la actual situación. Necesitamos una estabilidad macroeconómica, que supone tanto reequilibrio fiscal como control de la inflación, para volver a crecer», afirmó la mandataria en un desayuno con los periodistas que cubren la Presidencia.
La jefe de Estado aseguró que el Gobierno trabajará con las metas de terminar este año con un superávit fiscal primario equivalente al 0,5 % del Producto Interior Bruto (PIB) y con una inflación próxima al techo máximo tolerado por el Gobierno (6,5 %).
Pese a que no divulgó su meta para el crecimiento del PIB este año, aseguró que, para que Brasil vuelva a crecer, además de garantizar el reequilibrio macroeconómico, impulsará algunas reformas tributarias y en el sistema de pensiones y ofrecerá incentivos para que las empresas inviertan en aeropuertos, puertos, carreteras, ferrocarriles y en el sistema eléctrico.
Brasil enfrenta una grave recesión y, según las últimas proyecciones, terminó 2015 con una contracción económica del 3,71 %, una inflación del 10,72 % y un déficit récord en sus cuentas públicas.
De confirmarse esos pronósticos, la mayor economía de Suramérica sufrió en 2015 su peor contracción desde 1990, cuando retrocedió un 4,35 %, y la mayor inflación en los últimos trece años.
Rousseff admitió que la recesión provocó una fuerte caída en la recaudación tributaria y desequilibró las cuentas públicas.
«La prioridad es el reequilibrio fiscal del país. Perdimos ingresos de forma sistemática por la caída de la recaudación e, incluso con los grandes recortes de gastos que hicimos, no conseguimos equilibrar las cuentas», afirmó.
Según la mandataria, la caída de la recaudación y la crisis económica del país también fue provocada por el fin del ciclo de altos precios de las materias primas, principalmente las minerales y las petroleras, que son base de los tributos en Brasil.
«Un reequilibrio fiscal también nos permitirá mejorar las condiciones para controlar la inflación y estos dos elementos son esenciales para la retomada del crecimiento», resaltó.
En cuanto a las medidas que pretende adoptar en los próximos meses para incentivar el crecimiento, Rousseff mencionó una reforma tributaria, una reforma al sistema de pensiones, incentivos para que las empresas privadas inviertan en infraestructura y una política agresiva de apertura para las exportaciones.
Rousseff dijo que una de las prioridades para los próximos meses es convencer al Congreso que apruebe los aumentos de impuestos propuestos el año pasado y que son necesarios para el equilibrio fiscal, incluyendo la reimplantación del impuesto sobre los movimientos financieros, que enfrenta grandes resistencias.
Defendió igualmente una reforma al sistema de pensiones debido a que «no es posible que la edad promedio de jubilación en Brasil sea de 55 años. Se trata de una evaluación cuantitativa: en el futuro tendremos menos gente trabajando y sustentar a más gente sin trabajar».
La mandataria recordó que la expectativa de vida de los brasileños subió significativamente en los últimos años y que varios países, incluso los desarrollados, impulsaron reformas para reducir la edad de jubilación.
La presidenta dijo que también profundizará los proyectos con que viene incentivando a empresas privadas a invertir en obras de infraestructura en el país, principalmente de transporte y eléctricas.
«Es necesario crear un ambiente adecuado para el inversor privado. No sólo tenemos que dejar las reglas estables y claras sino cambiar las reglas que son restrictivas o fruto de otra época, para poder tener un futuro más dinámico», afirmó.
Igualmente defendió una política agresiva de apertura comercial para firmar nuevos acuerdos como los suscritos con México, Colombia y Argentina en el área automotor o con Estados Unidos para simplificar las normas y los procedimientos.
Rousseff admitió que «el mayor error del Gobierno fue no haber percibido, ya en 2014, el tamaño de la desaceleración que sería provocada por la crisis de los países desarrollados y por la caída brutal de los precios de las materias primas».
«Pero vamos a luchar con uñas y dientes para que 2016 sea mejor que 2015», concluyó.