«Con esta dejación de armas (…), el conflicto realmente termina y comienza una fase nueva en la vida de nuestra nación», afirmó Santos en un acto en Pondores, una apartada zona del departamento de La Guajira (norte).
Los últimos camiones con los fusiles que fueron entregados a la ONU salieron de las 26 zonas donde se concentraron las tropas desde inicio de año, según el cronograma acordado con el gobierno.
Las FARC, «como organización armada dejaron de existir», proclamó el lunes el ministro de Interior, Guillermo Rivera, en una entrevista radial. Durante ocho meses cerca de 7.000 hombres, mujeres y menores fueron dejando el armamento en manos de la ONU para su fundición.
La misión internacional tiene hasta el 1 de septiembre para ubicar los últimos escondites con material de guerra.
El grupo que fracasó en su intento de tomar el poder durante medio siglo, inicia así una nueva etapa después de sellar la paz en noviembre al cabo de medio siglo de lucha que deja casi 7,5 millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.
Una vida civil
En adelante los rebeldes serán civiles que en principio vivirán en las 26 zonas de desarme o en los llamados «espacios territoriales de capacitación y reincorporación». «La apuesta nuestra es que la inmensa mayoría de (excombatientes), a partir de que logremos generar proyectos colectivos económicos, permanezcan en esas zonas e incluso vengan las familias (…) a vivir en esas zonas», dijo a la AFP Carlos Antonio Lozada, líder de las hasta ahora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Con una extensión en promedio de 3 km2, los 26 puntos están alejados de las grandes ciudades y estuvieron bajo influencia guerrillera.
Las fuerzas del Estado vigilan sus alrededores. Además de unos 450 disidentes de las FARC, quedan activos el Ejército de Liberación Nacional (ELN) -una guerrilla más pequeña con la que el gobierno intenta sellar la paz- y bandas dedicadas al narcotráfico de origen paramilitar.
Fuente: El Telégrafo