Muestras del cadáver del cóndor se enviaron al Departamento de Toxicología del Instituto de Ciencias Veterinarias Forenses de Colombia, que confirmó el diagnóstico.
«Presumimos que Ami no comió de forma directa la carroña sino que comió carne del cadáver de un perro feral que murió por la carroña, ya que los agratóxicos son tan fuertes que si Ami hubiera comido directamente en ese instante moría. Ella estuvo enferma cerca de diez días antes morir», aseguró Sebastian Khon, director de la fundación.
Martín Bustamante, secretario del Grupo de Trabajo del Cóndor Andino, explicó que esto es un problema muy grave al que se enfrenta la fauna silvestre. En el último año, 120 cóndores han muerto por envenenamiento en el mundo. También se alertó sobre el problema de los perros domésticos que se han vuelto ferales en los páramos.
«Estos perros atacan el ganado y la gente quiere envenenarlos, pero se puede matar a otras especies. Esperemos que este sea el último caso de envenenamiento en la vida silvestre«, dijo Martín Bustamante, vocero del Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino.
Proyecto de monitoreo y conservación de la especie
Gracias a sus rastreadores, Ami aportó durante casi cuatro años «importantísima» información sobre su especie y «fue uno de los eslabones fundamentales para el desarrollo de los dos censos nacionales de cóndores andinos realizados en Ecuador», pues mostró parte de los dormideros utilizados en el país.
Con el deceso de la hembra de cóndor en el inicio de su madurez sexual, la población «muy reducida en el país sufre un enorme retroceso, al haberse eliminado un eslabón importante en la producción de las generaciones de recambio de la especie«.
De acuerdo con la Fundación, se ha perdido también a una de las proveedoras de información ecológica más importantes en el marco del proyecto nacional de investigación de la especie.
Fuente: El Comercio – Nota original: LINK