Hace 35 años en el cerro Huayrapungo, en la provincia de Loja frontera sur de Ecuador, se apagó la voz del presidente Jaime Roldós Aguilera, uno de los más notables políticos y oradores de la historia ecuatoriana; sin embargo el eco de su discurso de denuncia por una verdadera justicia social, libertad y derechos humanos permanece vigente.

Hace 35 años en el cerro Huayrapungo, en la provincia de Loja frontera sur de Ecuador, se apagó la voz del presidente Jaime Roldós Aguilera, uno de los más notables políticos y oradores de la historia ecuatoriana; sin embargo el eco de su discurso de denuncia por una verdadera justicia social, libertad y derechos humanos permanece vigente.

El presidente, un destacado estudiante secundario y universitario, asumió el poder el 10 de agosto de 1979 a la edad de 38 años. Lo hizo después de formar parte de un proceso de retorno al sistema democrático tras cerca de una década de dictaduras civiles y militares, que en esa época tenían pleno apogeo en Latinoamérica con el auspicio de Estados Unidos para desterrar ‘la amenaza’ del pensamiento de izquierda.

Apoyado por el partido Concentración de Fuerzas Populares (CFP) y la Democracia Cristiana llegó al poder después de aplastar en una segunda vuelta electoral al candidato de derecha Sixto Durán-Ballén.

Al poco tiempo, Roldós decreta la reducción a 40 horas de la jornada laboral semanal, duplica el salario mínimo vital de los trabajadores a 4.000 sucres mensuales (160 dólares al tipo de cambio vigente a la fecha) y lidera otras transformaciones en beneficio de las clases de menos recursos.

Esta política gubernamental de corte social le genera la acérrima oposición de dirigentes de derecha, entre ellos del entonces diputado León Febres-Cordero, y de otras organizaciones políticas representadas en el entonces Congreso Nacional, entre las que figuraría el propio movimiento que lo llevó al poder.

Según historiadores, el aporte más significativo de Roldós fue su liderazgo en política internacional en materia de Derechos Humanos, en un contexto en que la mayoría de países latinoamericanos eran gobernados por violentas dictaduras militares como la de Augusto Pinochet, en Chile.

Por ello, propuso ante el Pacto Andino (comunidad integrada por Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador), una doctrina de respeto a los derechos humanos que se plasmó luego en la Carta de Conducta firmada en la ciudad de Riobamba el 11 de septiembre de 1980, que entre otras cosas reafirmaba los principios de solidaridad, respeto, de no intervención, de desarrollo integral con enfoque en la justicia social, promoción de la paz y la unidad regional, el derecho soberano de los Estados a la libre disposición de sus recursos naturales, entre otros postulados.

El 4 de noviembre de 1980 el republicano y exactor de Hollywood, Ronald Reagan, es electo presidente de Estados Unidos. El presidente ecuatoriano desiste de asistir a la ceremonia de posesión en virtud de su discrepancia con la visión en materia de derechos humanos del ultraderechista nuevo gobernante de esa potencia.

A la vez que se fortalecía su liderazgo en el plano internacional, crecía casa adentro la oposición de grupos políticos vinculados a los poderes económicos y funcionales a potencias hegemónicas. El acoso a sus ministros fue una constante desde el Parlamento, cuyo discurso era amplificado por los tradicionales medios de comunicación.

En medio de ese álgido panorama político, a inicios de 1981 se producen unas escaramuzas entre los ejércitos de Ecuador y Perú en las zonas fronterizas de Paquisha, Mayaicu y Machinaza, en la cordillera del Cóndor, en la amazónica provincia de Zamora Chinchipe.

En medio de la crisis bélica y con un importante despliegue diplomático, Roldós llevó el problema territorial a la mesa de la Organización de Estados Americanos (OEA), con lo que se evidenció la existencia de un diferendo que Perú lo negaba.

El 24 de mayo de 1981, el avión presidencial se estrelló contra el cerro de Huayrapungo, en la provincia de Loja. A más del presidente fallecieron su esposa, Martha Bucaram, y su comitiva. La aeronave había salido de Quito luego de una ceremonia en el estadio Olímpico Atahualpa, donde se condecoró a los combatientes de la Guerra de Paquisha.

Roldós tenía previsto llegar a Zapotillo (Loja) para participar en otra ceremonia cívico-militar en homenaje a los héroes que participaron en la conflagración bélica y, posteriormente, en la tarde había confirmado su asistencia a una ceremonia en el Consejo Provincial de Pichincha, en Quito.

Luego del accidente se han tejido versiones de que se trató de un complot en virtud de que el mandatario panameño de corte progresista, Omar Torrijos, también corrió un destino similar a Roldós. La fiscalía ecuatoriana retomó las investigaciones en este caso y entregó a la familia documentos desclasificados respecto a la muerte del exmandatario.

En las mentes de los ecuatorianos quedaron grabadas las últimas palabras de su discurso en el legendario estadio Atahualpa con un potente contenido de denuncia contra los poderes fácticos,  que tiene plena vigencia en el contexto político actual.

A continuación Andes reproduce un extracto de sus últimas palabras del histórico discurso en el estadio Atahualpa, de la ciudad de Quito, el 24 de mayo de 1981:

«Hemos avanzado 21 meses, bajo un gobierno constitucional, cuando significa en países como el nuestro en los que ganar la estabilidad democrática, implica conquistarla día a día.