El terremoto de magnitud 7,8 que sacudió zonas del norte de la costa de Ecuador el pasado 16 de abril, ha dejado hasta el momento 655 fallecidos y miles de damnificados a los que se quiere ayudar desde dentro y fuera del país.
La primera semana tras el terremoto, uno de los más fuertes de la historia del país, la ayuda humanitaria llegó por tierra, mar y aire, y el reto ahora radica en mantener la solidaridad como un proyecto de largo aliento pues las autoridades ya han advertido que la reconstrucción de las zonas devastadas puede tardar años.
«La ayuda es de TODOS los días. NO te canses!!!», reza la foto de un cartel escrito a mano que circula hoy en redes sociales, en las que se recuerda con insistencia que muchos de los damnificados perdieron familia, casas, empleos…todo.
Filas de solidarios entregando alimentos, agua, ropa, entre otros, y otras de voluntarios recibiéndolas, además de decenas de manos anónimas clasificando los donativos, se repitieron en varios puntos del país nada más conocerse la dimensión de la tragedia, cuando la luz del día dejó ver llanto, destrucción y muerte.
Mientras el Estado adelanta trabajos para atender a la población afectada, planifica la reconstrucción y tramita más apoyo externo, entre otras actividades, la solidaridad ciudadana se desborda con la ayuda de redes sociales, como Twitter, en la que, incluso, se crearon etiquetas como #SeOfreceEC, #SeNecesitaEC y #juntospodemos.
«Si conocen de vacantes que puedan servir para los afectados del terremoto por favor usen el hashtag #yodoyempleo», escribió en su Twitter Karla Morales, una ciudadana quien lleva varios días en una de las zonas devastadas donde, con otros profesionales voluntarios, ayuda a damnificados, a quienes entrega las donaciones de la gente.
Como ella, muchos voluntarios han puesto vehículos y recursos propios para trasladar hasta las zonas afectadas por el terremoto la ayuda que sigue llegando a centros de acopio en distintas ciudades.
Escuelas, colegios, instituciones públicas, privadas, oficinas particulares, condominios, entre otros, han buscado maneras para recaudar donativos, mientras algunos artistas donan la taquilla de sus obras para los damnificados.
Lo propio hará el equipo de fútbol Independiente del Valle con lo que recaude en el partido del próximo jueves por la Copa Libertadores, y como ellos, otros profesionales han aportado con su trabajo para ayudar a los habitantes de la costa.
Otros ciudadanos solidarios han socorrido a familias a las que han dado techo lejos de las tierras en las que tenían sus casas hasta el pasado 16 de abril, cuando el terremoto redujo a escombros varias edificaciones y dejó sin vivienda a miles de personas.
En la vorágine de Twitter se lee a Alexandra Cárdenas, quien no solo llevó vituallas a la zona del desastre, sino que abrió las puertas de su casa, en un valle cercano a Quito, «el tiempo q sea necesario hasta q vean futuro» (sic), una madre y sus tres pequeños hijos a los que encontró en Pedernales, una de las zonas más afectadas.
«Perdieron todo. El hotel donde trabajaba la madre desapareció», contó Cárdenas, que también informó que ya tiene una oferta de trabajo para la mujer, que pediatras privados atendieron a los niños y un ginecólogo revisará a la madre, también de forma gratuita.
Tres horas después de pedir a través de esta red social un dentista para «limpieza y revisión gratis» para los que llama sus «huéspedes», publicaba: «Ya tengo el dentista, gracias amigos. Ustedes son lo máximo».
«Antes de q alguien empiece a molestar, aclaro q les conté lo de dar hospedaje a una familia de Pedernales, para q se inspiren y se animen» (sic), apuntó en referencia a su acción, una alternativa que, además de los albergues, también planea el Gobierno, pero con pago a las familias que ayuden, por ser «más eficiente y más humano».
Y desde el Gobierno también se anima en las redes sociales para seguir con las donaciones bajo la frase «#EcuadorListoYSolidario», que acuña la «unidad, amor y la esperanza» para construir un país, que ahora está arropado por la solidaridad.