Harvey impactó en el oeste de la localidad de Cameron, indicó el Centro Nacional de Huracanes (NHC), con «lluvias torrenciales» que inundaron zonas del sureste de Texas y del suroeste de Louisiana, a la que el presidente Donald Trump había declarado el lunes en estado de emergencia.
El oeste de Louisiana era azotado por vientos máximos sostenidos de 72 km/h, y se pronostican lluvias de entre 130 mm y 250 mm en la región. Se espera que Harvey se debilite gradualmente a depresión tropical para la noche del miércoles.
Nueva Orleans, que el martes conmemoró el duodécimo aniversario del devastador huracán Katrina que dejó 1.800 muertos, se preparaba para lluvias fuertes e inundaciones repentinas en los próximos dos días.
Los efectos de Harvey ya alcanzaban partes de la famosa ciudad del jazz y el carnaval, que es particularmente vulnerable porque tiene zonas construidas bajo el nivel del mar y ya sufrió un inundación grande a comienzos del mes, que se complicó por fallas en su sistema de drenaje.
Fuertes lluvias
La rama de Nueva Orleans del Servicio Nacional de Meteorología (NWS por su sigla en inglés) alertó contra la amenaza de fuertes lluvias en el sureste de Louisiana y el Sur de Mississippi, las que continuarán el jueves, cuando se espera que empiece a mejorar el tiempo.
En la noche anterior al segundo impacto de Harvey, el alcalde de Nueva Orleans, Mitch Landrieu, urgió en un tuit a los residentes a «permanecer vigilantes y cautelosos».
Harvey vuelve a impactar en el sur de Estados Unidos tras provocar precipitaciones récord en Texas, donde los equipos de emergencia seguían intentando rescatar día y noche a centenares de personas aún atrapadas por la inundación.
Aunque el Servicio Nacional de Meteorología (NWS) tuiteó que se espera una mejora en las condiciones climáticas. En la ciudad de Houston, la cuarta más poblada del país con 2,3 millones de habitantes en su zona metropolitana, la tormenta transformó calles en ríos y barrios en lagos, obligando más de 8.000 personas a albergarse en refugios de emergencia.
Las autoridades esperan un total de unos 30.000 refugiados y estiman que unas 450.000 personas pedirán ayuda al gobierno federal.
El alcalde de Houston, Sylvester Turner, decretó el martes un toque de queda para ayudar en los esfuerzos de búsqueda y evitar potenciales saqueos.
Fuente: El Universo