«Estados Unidos no puede ser amenazado y aquellos que lo intenten se unirán a una larga lista de enemigos derrotados que se atrevieron a poner a prueba nuestro temple», señaló Trump durante la ceremonia que tuvo lugar hoy en el Pentágono, uno de los cuatro escenarios de los ataques de 2001, en los que fallecieron 2.977 personas.
El mandatario enfatizó que las tropas norteamericanas están «persiguiendo y destruyendo sin descanso» a los «salvajes asesinos» que atentan contra «gente civilizada» y que se atreven a poner a prueba el «temple» del país, y les advirtió que no existe ningún «oscuro rincón» en el mundo fuera del alcance de Estados Unidos.
Siguiendo la línea marcada por el presidente, su secretario de Defensa, James Mattis, recordó que el país «aún sigue luchando» algunas de las batallas devenidas de la llamada Guerra contra el Terror y subrayó la importancia de la participación internacional en esa contienda.
«Nuestro ejemplo de liderazgo motiva a otras naciones para permanecer unidos frente a esta amenaza contra toda la humanidad, perpetrada por maníacos disfrazados de creyentes religiosos», declaró Mattis antes de ceder la palabra al jefe de Estado.
Trump, que a primera hora de la mañana participó en otro homenaje celebrado en la Casa Blanca, tuvo palabras de reconocimiento para las cerca de 3.000 víctimas mortales que dejaron los atentados con aviones perpetrados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington, así como para los miembros de equipos de emergencia que aquel día arriesgaron sus vidas.
Acompañado por su esposa, Melania Trump, su hija Ivanka y su yerno y asesor, Jared Kushner, el mandatario quiso destacar la figura del sargento Isaac Ho’opi’i, quien, según comentó el presidente, aquel fatídico 11 de septiembre acudió a la llamada de emergencia emitida desde el Pentágono para participar, durante casi cuarenta horas ininterrumpidas, en las labores de rescate.
«Salvó a veinte personas que se guiaban por su voz, y cargó con ocho de ellas el mismo», destacó Trump, quien alabó el trabajo del sargento a la hora de proteger al país en sus horas de «mayor necesidad».
«Así que aquí estamos, en este monumento, con los corazones tanto tristes como decididos a honrar a cada héroe que nos mantiene seguros y libre», enfatizó Trump ante la presencia de unos 300 asistentes al acto, entre familiares, víctimas, miembros de la fuerzas armadas y personal del Pentágono.
«He conseguido llegar a estar en paz con la muerte de mi padre, pero siempre llevo el dolor conmigo y estará conmigo el resto de mi vida», reconoció a Efe Sara Clark, hija de una de las 184 personas fallecidas aquel día en el atentado sufrido en la sede del Departamento de Defensa.
Aquel 11 de septiembre, una cuarta aeronave cayó en medio del estado de Pensilvania después de que los pasajeros forcejearan con los terroristas para intentar retomar el control del avión.
El vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, se desplazó hoy a la localidad de Shanksville, donde se produjo el siniestro, con el objetivo de rendir homenaje a la tripulación y pasajeros fallecidos en el Vuelo 93 de United Airlines.
Pence, que se mostró visiblemente emocionado al recordar la sucesión de atentados sufridos aquel día por su país, señaló: «fueron los doce minutos más largos de mi vida, pero después fueron trece, después catorce y después nos informaron de que un avión había caído en Pensilvania».
«Los estadounidenses podrán inspirarse siempre en su valor y resolución. Y nosotros les honramos asegurándonos de que hacemos todo lo que esta en nuestro poder, como nación, para evitar que semejante mal vuelva a alcanzar nuestras costas», sentenció el vicepresidente.
En la ciudad de Nueva York, principal escenario de los ataques perpetrados por el grupo terrorista Al Qaeda, se pudieron escuchar seis campanadas, una por cada uno de los cuatro atentados y dos más para recordar el momento exacto en que cada una de las Torres Gemelas se desmoronó debido a los daños estructurales sufridos por el impacto.