El entonces presidente Barack Obama tomó la decisión en diciembre de detener la construcción del oleoducto en Dakota del Norte, que pasa por debajo del Lago Oahe, un embalse del río Missouri tras días de protestas.
Reunidos bajo el lema «el agua es vida», los manifestantes denunciaron que el oleoducto amenazaba el suministro de agua de la tribu y profanaba tierras sagradas. Muchos temían que una fuga en la tubería pudiera causar un desastre ambiental.
Las protestas fueron en gran medida pacíficas, pero a veces degeneraron en caos, con los los agentes de las fuerzas del orden disparando balas de goma, gas lacrimógeno y agua a algunos activistas que provocaron incendios, vandalizaron el equipo y bloquearon los esfuerzos de construcción.