En dos tuits la noche del domingo, Trump acusó a China de mantener su moneda baja artificialmente y de posicionarse militarmente en el Mar del Sur de China, hogar de una tensa disputa territorial.
«¿Nos preguntó China si estaba bien devaluar su moneda (lo que hace difícil para que nuestras empresas puedan competir), gravar fuertemente nuestros productos (EE.UU. no cobra impuestos sobre ellos) o construir un complejo militar masivo en el medio del Mar del Sur de China? ¡No lo creo!», dijo Trump en Twitter.
Las declaraciones de Trump sobre la moneda china no son drásticamente diferentes de su retórica campaña electoral, sin embargo, es solo la segunda vez que Trump habla sobre la disputa del Mar Meridional de China.
Las tensiones han incrementado en esas aguas, que son una importante ruta de navegación, ya que China ha llevado a cabo operaciones masivas de dragado para recuperar terreno alrededor del territorio que controla, convirtiendo bancos de arena en islas dotadas de aeródromos, puertos y faros.
Beijing también ha advertido a los buques de guerra y aeronaves militares de Estados Unidos que se mantengan alejados de estas islas.
El Ministerio de Asuntos Exteriores y el Banco Central de China no respondió inmediatamente a las solicitudes de comentarios.
Los comentarios de Trump llegan dos días después de su conversación de 10 minutos con la presidenta Tsai Ing-wen, que Trump describió como una llamada de felicitación. Fue la primera vez que un presidente (electo) de Estados Unidos habló con el líder de Taiwán desde que Washington estableció relaciones diplomáticas con Beijing en 1979.
Beijing considera a Taiwán -oficialmente la República de China- como una provincia rebelde. Las dos partes se separaron en 1949 después de la victoria comunista en la guerra civil.
¿Cambio de política?
No estaba claro hasta qué punto la llamada telefónica con Tsai indica un cambio en la política de Estados Unidos con China, considerado por Trump y su equipo de transición.
Trump tuiteó que Tsai le había llamado pero el portavoz presidencial de Taiwan, Alex Huang, dijo a CNN que ambas partes lo habían acordado antes de hacer contacto, pero no dio más detalles, como exactamente cuándo acordaron la llamada.
Christopher Hill, exembajador de Estados Unidos, dijo que Trump estaba «improvisando» y puede no haber sido consciente de la importancia del movimiento.
«Fue un ejemplo de lo que está sucediendo con demasiada frecuencia, ahora con esta nueva administración, esta tendencia a improvisar», dijo a Erin Burnett, de CNN.
Pero la crítica no ha sido universal. Otros han dado la bienvenida a la perspectiva de mejores relaciones con Taiwán, una democracia multipartidista que se encuentra en agudo contraste con el sistema de partido único de China.
Michael Pillsbury, un asesor de Trump sobre China durante la campaña que sirvió en las presidencias de Ronald Reagan, George W. Bush y Obama, dijo que la llamada de Trump era como muchas de las decenas que había hecho desde el día de la elección con otros líderes mundiales.
«No debe ser visto como una desviación de las normas», dijo Pillsbury.
«Deberíamos tener relaciones más cálidas con Taiwán. Y se puede hacer sin alienar a Beijing. De hecho en la última década, Taipei ha perseguido relaciones más estrechas con el continente. Nosotros también podemos hacer las dos cosas».