El excomandante de la Marina, Ángel Sarzosa, y el coronel Galo Molina, experto en inteligencia, advirtieron hace ocho meses del alto riesgo que había en el país de una “mexicanización de la violencia” por la proliferación de las llamadas Bancrim (bandas criminales) al servicio del narcotráfico, que estaban operando en las provincias de Esmeraldas y Sucumbíos.
Aunque la presencia de miembros de grupos armados como Los Águilas Negras y Los Rastrojos en la frontera norte fue detectada hace once años, según lo informó EXPRESO en mayo del 2017, las unidades de inteligencia de las Fuerzas Armadas buscaban confirmar las sospechas de que estaban engrosándose con disidentes de la desmovilizada guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que habían preferido continuar con el ilícito negocio del narcotráfico.
La confirmación de una mayor presencia de extraños en la frontera llevó, hace tres semanas, a un reforzamiento de los patrullajes y del personal del Ejército en las provincias de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos.
A esto se suma el nuevo reforzamiento de 300 militares y 1.300 policías en la provincia de Esmeraldas ordenado el sábado, después del atentado terrorista con coche bomba al comando policial de San Lorenzo, registrado en la madrugada del sábado, al puro estilo de los narcotraficantes colombianos y mexicanos, que dejó 28 heridos y 200 casas con daños.