Según esta versión, entregada a la Fiscalía, Romo murió luego de que le aplicaran una inyección en el cuello. En el relato, el testigo asegura que David perdió la vida en el interior de una clínica de rehabilitación de adicciones en la Pisulí, norte de Quito.
Estas declaraciones fueron emitidas el 5 de enero desde la cárcel de Latacunga. En ese centro carcelario estaría interno el testigo, quien ya ha rendido nueve versiones. Sin embargo, es la primera vez que relata estos hechos.
Según el hombre, en el 2013 fue internado en la clínica y vio cómo Romo llegó al lugar. “Se le capturó en la Mitad del Mundo, en un bus (…) llegaron a la clínica le desvistieron, le cortaron el pelo y le llevaron a la sala de recuperación, él pasaba sedado”, indicó.
Además cuenta que tras la inyección envolvieron el cuerpo de Romo en un plástico y luego se lo llevaron en una camioneta. También asegura conocer el lugar en dónde está el cuerpo del joven, pero dice que no puede hablar.
En la versión también denuncia que Carlos Londoño, dueño de la clínica y sospechoso del posible asesinato del universitario, le amenazó para que no contara los hechos, pues él sería quien lo inyectó con un suero que le hizo convulsionar y le causo la muerte.
Para Diego Chimbo, abogado de Londoño, esta nueva versión confirma que David nunca llegó a la clínica, pues ya existen dos versiones que no coinciden. La primera señala que Londoño descuartizó e incineró a Romo.
“Los dos dicen que estuvieron presentes en el asesinato. Pero las versiones son distintas. Obviamente todo es falso”, asegura Chimbo. Alexandra Córdova, madre de Romo, pide que la Fiscalía vincule a este testigo al proceso.
Fuente: El Comercio