Enquistada en los Andes, la parroquia de unos 12.000 habitantes, no limita la procesión a rezos y cantos sino que realiza, desde hace unos tres años una dramatización gracias a un peculiar «viacrucis viviente».
Carlos Álvarez, párroco de San Luis Rey de Francia, dijo a Efe que en la procesión de hoy hay representaciones de «Jesucristo, los ladrones, los soldados, Poncio Pilatos, los sumo sacerdotes, los judíos, las mujeres piadosas y la gente del pueblo».
Así, con la participación de unas 200 personas, se representa «el camino del señor hacia la cruz. El sufrimiento del señor antes de ser crucificado», indicó Álvarez al apuntar que el viacrucis de la parroquia es, de esa manera, rezado y también dramatizado.
El sacerdote relató que mientras avanza cada estación del viacrucis, se ora, reflexiona y se invita al compromiso.
La procesión en las calles dura dos horas y media y termina la escenificación de la crucifixión al atar a grandes cruces a los personajes que representan a Jesús y los dos ladrones.
Así quedan unos minutos atados a lo alto de la cruz tres hombres con el dorso desnudo y cubiertos en la parte baja con tela blanca. Solo uno de ellos, quien simboliza a Jesucristo, lleva una rústica corona en representación de la de espinas, mientras en sus alrededores ciudadanos encarnan a soldados romanos de la época.
Acabada la procesión en las calles, la tarde encuentra a los fieles reunidos en el interior del templo para las Siete Palabras, que antecede a la representación, en la noche, del descendimiento, con la bajada de una escultura de Cristo en la iglesia, donde hay también un concierto de adoración a la cruz.
En varias ciudades de Ecuador se desarrollan hoy diversas procesiones, entre las que figuran las tradicionales de Jesús del Gran Poder, en Quito, y del Cristo del Consuelo, en Guayaquil, ambas secundadas por miles de fieles.
La procesión de Jesús del Gran Poder, una de las más importantes, se realizó por primera vez en 1961 y parte de la imponente Iglesia de San Francisco, una monumental joya arquitectónica del centro histórico de Quito, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad
Cucuruchos, verónicas, cristos, romanos y músicos desfilaron por las angostas calles de la capital ecuatoriana, en una demostración de recogimiento y esperanza al recrear el viacrucis de Jesús en su camino al Calvario.
Además, en Quito, las calles del centro histórico se llenaron anoche de tradición, luces, color y fe, en la «Procesión de las Luces», escenificada por más de 200 integrantes del Ballet Folklórico Jacchigua.
«Esta es la procesión de la vida, de la luz, de la paz, de la fe», dijo Rafael Camino, director del Grupo Folklórico Jacchigua, indicó el Ayuntamiento de la capital.
Por otra parte, en lo culinario, la época de Semana Santa se caracteriza por el consumo de la fanesca, un portentoso plato que pone fin al ayuno de la Cuaresma.
En la fanesca, que condimenta el sincretismo religioso del país y da la bienvenida a las cosechas andinas, se cuece una variedad de granos frescos, abundante leche, queso y bacalao seco, y que se adorna con plátano frito, rodajas de huevo y masitas de harina.
La fanesca se acompaña usualmente con «molo», un puré de patatas en una cama de lechugas, y como postre se come dulce de higos con queso tierno, que se degustan en esta época que entrelaza fe, recogimiento, degustación y turismo.