La remoción de tierra es una tarea permanente, en el proyecto Metro de Quito. Los conductores de volquetas realizan alrededor de 850 viajes por día a El Troje, Bicentenario y Oyacoto, para depositar todo el material que se extrae con el fin de construir un túnel de 22 kilómetros y 13 estaciones, en la parte subterránea.
Ahora, que están en marcha dos tuneladoras -La Guaragua y Luz de América- y se cuenta con 37 frentes de obra se observa, con más frecuencia, a conductores de volquetes circulando por las avenidas: Rumichaca, Teniente Hugo Ortiz, República. Amazonas, Simón Bolívar, entre otras vías.
Los operadores de estos grandes automotores sortean, igual que otros conductores, la congestión vehicular de la capital para llegar a su destino. Pero no a todos les resulta familiar esta realidad. Cuando empezó a trabajar en el Metro, Fausto Tite, oriundo de Pelileo, provincia de Tungurahua, se perdió momentáneamente. Tras dejar el material en el Bicentenario, Tite fue a parar por el parque de El Ejido, en lugar de La Carolina.
Entonces, él no conocía bien la capital, pero tuvo que dejar sus temores de estar en un sitio extraño y aprender. La falta de una plaza fija de trabajo le obligó a este tungurahuense a dejar su tierra y distanciarse de su familia para venir a laborar en Quito. Antes de ser parte del Metro, él estuvo desempleado siete meses.
“Me dedicaba a lo que había. Labraba la tierra, fui ayudante de albañilería, cerrajero”. Las motivaciones de Eduardo Campos para migrar fueron, en cambio, las secuelas que dejó el terremoto del 16 de abril del 2016 en Bahía de Caráquez (Manabí).
La casa donde vivía quedó en ruinas, no había plazas estables de trabajo, por esto decidió venir a la capital, junto con su esposa Jenny e hijo Erick, hace tres meses. Después de tocar varias puertas y dejar carpetas, fue contratado por el consorcio encargado de construir el Metro.
Su experiencia como chofer de maquinaria especial y albañil, le brindó la oportunidad de laborar como conductor de volquetas en el Metro. Para el traslado del material de esta obra se cuenta con 315 personas y 173 volquetas.