Esta semana, decenas de migrantes llegaron a San Isidro, San Diego, frontera entre Estados Unidos y México. Esto, luego de la travesía iniciada en marzo de este año denominada ‘viacrucis migrante’. Su objetivo: obtener asilo en Washington, como cuenta el periodista Jacobo Goldstain.
Estas personas abandonan sus lugares de origen –en Honduras, Guatemala, El Salvador – por el desempleo, la pobreza y la inseguridad generada por pandillas.
Desde su inicio, este recorrido de más de mil personas incomodó al primer mandatario estadounidense, Donald Trump, quien cuestionó las leyes de su país en cuanto al control en su frontera. Insistió en la necesidad de un muro y envió a su guardia nacional a vigilar la zona limítrofe.
El gobierno de México, por su parte, explicó que este caminar es una manifestación pública que busca llamar la atención sobre el fenómeno migratorio y los derechos humanos. Además, su mandatario, Enrique Peña Nieto, pidió respeto a su homólogo estadounidense.
Al menos cien personas ya han podido cumplir la meta: cruzar la frontera, mientras otros esperan que sus solicitudes de asilo sean aprobadas.
En tanto, el fiscal general estadounidense, Jeff Sessions, advirtió que la Casa Blanca no permitirá estampidas en la frontera y recalcó en que las personas no deben ir ilegalmente a su país.