El derrumbe de un tramo de 80 metros (260 pies) del puente Morandi hizo que docenas de autos y tres camiones pesados cayeran al vacío desde una altura de 45 metros (150 pies) mientras muchas familias se echaban a la carretera para el popular Ferragosto, como se conoce en Italia al feriado del 15 de agosto. El incidente se produjo en medio de una violenta tormenta.
El jefe de Protección Civil, Angelo Borrelli, confirmó el miércoles que 39 personas perdieron la vida y otras 15 resultaron heridas en la tragedia. Entre los fallecidos había tres niños, dijo el ministro del Interior, Matteo Salvini.
Además de emplear maquinaria pesada, los rescatistas treparon sobre las losas de concreto con perros rastreadores para buscar más sobrevivientes o cadáveres en unas labores que extendieron durante la noche y continuaban el miércoles. Hasta la zona se desplazaron 1.000 efectivos, apuntó Borrelli.
Los investigadores trabajaban para determinar qué pudo causar el derrumbe del tramo elevado de la autopista de la ciudad portuaria, mientras los políticos intentaban hallar a quién culpar por la tragedia.
El puente, que databa de 1967, fue considerado entonces un elemento innovador por el uso de concreto en torno a sus cables, pero necesitaba mejoras, especialmente porque soportaba más tránsito del previsto por sus arquitectos. Un experto en esta infraestructura, Antonio Brencich, de la Universidad de Génova, dijo en el pasado que la obra era “un fracaso de la ingeniería”.