Según explicó en rueda de prensa el portavoz del PMA, Hervé Verhoosel, las familias que huyeron de Venezuela pueden quedarse en los centros de asistencia en la frontera colombiana entre tres y cinco días y después deben partir para dejar espacio a los recién llegados, tras lo cual su situación es de extrema vulnerabilidad al no tener fuentes de ingresos para alimentarse. «En el caso de que encuentren o alguien les de comida, no es ni suficientemente nutritiva ni suficientemente diversa», sostuvo Verhoosel. El PMA está ayudando a los recién llegados pero existe «una amplia falta de servicios básicos, enfrentan riesgos de protección y no saben cuando comerán de nuevo».
El portavoz puso como ejemplo que a pesar de esta situación de vulnerabilidad alimentaria, solo el 1,7 por ciento de las mujeres lactantes recibe algún tipo de suplemento nutricional. Hasta la fecha, el PMA ha entregado comida a los refugiados en los departamentos fronterizos de Arauca, La Guajira, y Norte de Santander. Además, se han distribuido tarjetas prepago de un valor de 75 dólares a 19.500 personas en estos tres departamentos para que puedan comprar alimentos. Según 0de ACNUR hay siete puntos fronterizos legales pero más de 110 ilegales, enfatizó el portavoz del PMA.
El influjo de venezolanos está afectando a las comunidades de acogida, especialmente a las indígenas, «que si bien han dado una buena bienvenida a los migrantes, no hay suficiente comida ni trabajo para todos, con lo cual pone a los locales en una situación complicada». Verhoosel subrayó que los recientes avances logrados por el gobierno colombiano desde que acabó el conflicto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) están siendo «socavados» por el influjo de miles de venezolanos. Por su parte, Unicef informó que hay 438.000 niños venezolanos refugiados en los países colindantes necesitados de asistencia.