La pizza es la comida más etiquetada en Instagram, con alrededor de 35 millones de menciones.
Es un número superior a las etiquetas de Beyoncé y Kim Kardashian combinadas.
Y ese insaciable apetito por tomar fotografías de la comida está influyendo en toda la industria de la hostelería.
Desde la decoración hasta los menús de bebidas, todo debe estar listo para aparecer en Instagram. Y hay profesionales que se encargan de ayudar a que suceda.
Frances Cottrell-Duffield, propietaria de la agencia de relaciones públicas y marketing Tonic, organiza eventos para que luzcan lo mejor posible en redes sociales.
¿Dónde está el negocio cuando se trata de pan con relleno?
«En los sándwiches que están muy bien hechos», dice Fletcher. «Si tienes un katsu sando japonés con abundante col en vinagreta, solomillo y pan blanco, por supuesto saldrá muy bien en la fotografía».
La instagramera Rebecca Milford, que edita la página web Bar Chick, dice que una excelente fotografía puede resultar directamente en una subida en las ventas para los restaurantes.
«Tengo amigos que van a la cuenta de Instagram de un restaurante y eligen lo que van a comer según lo que ven», cuenta.
«Ni se molestan en mirar el menú. Las fotos deben tener un atractivo que merezca la etiqueta foodporn, también hay #quesoporno #yemaporno; lo importante es lo que irradia», explica.
Natalie Seldon, estilista de comida y escritora, sostiene que la composición de la imagen también es clave.
«Cuanto más de cerca, mejor. A la gente le encanta ver la comida grande en pantalla. Y las capas también son excelentes, especialmente con las hamburguesas», aconseja.
Seldon había planeado tomar fotografías como para llenar el teléfono, para la poca luz en el evento hizo que el reto fuera grande.
«Afortunadamente hay buenas herramientas de edición. El otro truco es usar algo como un iPad u otro teléfono como luz adicional», añade Seldon.
Y el asunto es tan serio que para asegurarse de que los clientes toman excelentes fotografías y generan buena publicidad, Dirty Bones, una cadena de restaurantes de Reino Unido, incluso facilita equipos de fotografía para Instagram, sin costo alguno, en una de sus sucursales.
Los equipos contienen entre otras cosas un pequeño foco, una fuente de alimentación, una lente de ojo de pez y un palo selfie. Y si bien la comida es la gran estrella,el apoyo en redes sociales de una celebridad humana puede suponer un punto de inflexión.
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Pasteles muy populares
Georgia Green es una pastelera y decoradora de tortas que dirige Georgia’s Cakes en el norte de Londres. Pronto tuvo un encargo para hacer un pastel para la modelo Cara Delevingne.
«Cara tenía unos cinco millones de seguidores y en aquel momento yo tenía 100. Cuando me etiquetó en Instagram, mi cuenta subió a 6.000 seguidores en un día», cuenta Green.
La respostera admite que siente la presión de recrear diseños de tortas que son tendencia en Instagram y que a ella no necesariamente le gustan.
«Hubo una moda de pasteles con unicornios durmientes (una torta redonda con ojos somnolientos y un cuerno y orejas de unicornio arriba) y simplemente me negué a hacerlo», cuenta Green.
«Pensé: ‘No soy yo, no me refleja como persona ni como marca'».
Razones psicológicas
Poner el foco en la imagen puede parecer superficial, pero el profesor Charles Spence, psicólogo experimental en la Universidad de Oxford, dice que la presentación realmente importa.
«El aspecto de la comida y cómo está colocada en el plato tiene un gran impacto porque genera expectativa. Nuestro cerebro se imagina el sabor», explica.
Spence realiza experimentos de laboratorio y prácticos en facultades de Oxbridge.
«Le damos a todo el mundo la misma comida, pero en la mitad de los casos simplemente la tiramos sobre el plato. Los otros reciben los mismos elementos, pero colocados de forma artística para que parezcan un cuadro de Kandinsky», explicó.
«Los que reciben la comida mejor presentada la valoran como de mejor sabor y están dispuestos a pagar más por ella», es la conclusión.