Mascarillas, gafas e implementos para proteger el cabello usaban trabajadores municipales, militares, policías y algunos vecinos ayer 4 de octubre del 2019, en la vía E35, en Pifo. La escena se parecía a aquella de la década pasada, cuando la ceniza del Reventador cubrió Quito.
Pero esta vez, el molesto polvo no era gris sino de un negro profundo que tiznaba la calzada y se adhería a la piel y a la ropa de quienes estaban cerca. Con una pala mecánica, los obreros removían los restos de llantas quemadas y los colocaban en un camión.
El maquinista contaba que tenía la misión de limpiar toda la vía, desde Tumbaco hasta el aeropuerto, pero en la calle se rumoraba que en cualquier momento habría un nuevo intento de cerrar la vía.
Esta es solo una de las huellas que dejó la protesta del jueves 3 de octubre en el Distrito Metropolitano de Quito, en el marco del paro nacional por las medidas económicas y la eliminación del subsidio a la gasolina y al diésel. Según el Municipio, la ciudad pierde USD 110 millones cada día de paralización.
Además, se calcula que la destrucción que dejaron los enfrentamientos entre manifestantes y policías le costará a la ciudad medio millón de dólares. USD 200 000 serán para recuperar la belleza del Centro Histórico, cuyos bienes fueron atacados.
Los sectores más afectados fueron La Marín y la calle Guayaquil (Plaza del Teatro y San Blas, incluidos). Los manifestantes se ingeniaron para arrancar unas 150 piedras patrimoniales y hasta manijas de antiguas puertas para lanzarlas a los uniformados en las calles.
Fuente: El Comercio, nota original: LINK