A diferencia de la llamada gripe española que apareció en 1918 y no logró detener los enfrentamientos durante la Primera Guerra Mundial, el coronavirus ha conseguido que la continua violencia que se vive en países como Siria y Yemen o en la franja de Gaza se frene.
La pandemia de COVID-19 que enfrenta el mundo ha cobrado la vida de unas 60 000 personas y ha infectado a más de un millón en todo el mundo en un poco más de cuatro meses. Su acelerada expansión acecha a la población mundial, incluidos millones de refugiados y desplazados producto de los conflictos bélicos activos.
Es por esto que el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, el pasado 23 de marzo hizo una petición de un alto el fuego a todos los conflictos en el mundo. El pedido contó de inmediato con el apoyo de una gran parte de los Estados miembros, organizaciones de la sociedad civil, todos los Mensajeros de la Paz y Defensores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Tras su pedido, el titular de la ONU comunicó el viernes que un “número considerable” de partes en conflicto de países como Camerún, República Centroafricana, Colombia, Libia, Birmania, Filipinas, Sudán del Sur, Sudán, Siria, Ucrania y Yemen aceptaron su pedido.
Guterres dijo que de todas formas cualquier avance que se produzca es “frágil y fácilmente reversible” debido a que en las zonas más críticas los conflictos llevan años y se han agudizado. Sin embargo, puso como ejemplo a Yemen, Siria y Afganistán, países donde sus representantes y enviados especiales de la ONU trabajan intensamente.
En Siria, donde el conflicto lleva nueve años, la ONU está negociando un alto el fuego ‘total’. Guterres recordó que en el país árabe ya se han registrado dos primeros decesos debido a la enfermedad que suma 16 casos y dijo que el cese de hostilidades en todo el territorio permitiría la ampliación del acceso de la ayuda humanitaria.
Siria, donde gran parte del sistema sanitario está devastado, reportó en marzo 508 muertes, el menor número desde el comienzo de la guerra, según el Observatorio Siro de Derechos Humanos. Se presume que dos grandes acontecimientos influyeron en estas cifras, registró France 24.
El primero es el acuerdo de alto el fuego alcanzado entre Turquía y Rusia el 5 de marzo en la zona de Idlib y el segundo el efecto que tiene el virus del que de darse una expansión afectaría a los más de 5 millones de refugiados del país.
En el caso Yemen, donde todavía no se registran casos del virus, el jefe de la ONU dijo que las hostilidades se han incrementado, pero que en conjunto están por debatir la gestión de la crisis en el caso de darse un brote y un mecanismo de “cese al fuego a nivel nacional”.
De igual forma en Afganistán, donde se registran unos 280 casos y 6 muertes, los combates no han disminuido, pero el jefe el ONU resaltó que cinco mujeres entablarán negociaciones directas con los talibanes.
En su informe Guterres destacó también el alto el fuego unilateral anunciado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia y que entró en vigor el 1 de abril. “La decisión del ELN es alentadora y puede aportar un cierto alivio… y ayudar a las autoridades a centrarse en la lucha contra la pandemia”, apuntó.
Fuente: El Universo – Nota Original: aquí