Todo comenzó con una simple tos. Una semana después, el miércoles 25 de marzo, Julie murió de coronavirus en París, convirtiéndose en la víctima francesa más joven de la pandemia. «Nunca tendremos una respuesta», se lamenta Sabine, la madre de la adolescente, al hablar con la AFP.
«Ella sólo tenia tos», repite. Julie primero trató de curarse con jarabe, pero luego comenzó a sentir que le faltaba el aliento.
El lunes su madre la llevó al médico, quien llamó al servicio de urgencias, que decidió internarla en el hospital más cercano, situado en Longjumeau, 24 km al sur de París.
Al recibirla le dieron a Julie una máscara facial para que la pusiera debajo de una máscara de oxígeno. Le hicieron una exploración de los pulmones y le hicieron una prueba de COVID-19. Mientras esperaba los resultados, Sabine regresó a su casa y luego llamó al hospital para recibir noticias.
En la noche del lunes, mientras esperaban el resultado del test, Julie, presentó insuficiencia respiratoria, por lo cual la trasladaron al hospital de niños Necker, en París. Y el martes ingresó en cuidados intensivos. «Me duele el corazón», le dijo a la madre.
Los resultados de dos test de COVID-19 resultaron negativos y Sabine regresó a su casa. Sin embargo, poco antes del anochecer recibieron una llamada del hospital comunicándole que el primer test en realidad había dado positivo.
El estado de Julie empeoraba gravemente y tuvo que ser entubada. «Desde el principio nos dijeron que el virus no afectaba a los jóvenes. Nos lo creíamos, como todo el mundo», confiesa Manon, la hermana mayor de Julie. Poco después de la medianoche, Sabine recibió una nueva llamada, diciéndole que regresara «rápidamente» al hospital.
Ella y Manon se precipitaron a París, pero Julie murió antes de llegar. «Su piel todavía estaba caliente», recuerda Sabine.
Fuente: El Universo – Nota Original: aquí