Dando cuenta de la situación, el presidente ruso consideró que “cuanto más rápido entren los talibanes en la familia de los pueblos civilizados, más fácil será mantener contactos, comunicarse” con ellos y así “influir de un modo u otro [en ellos], plantear[les] preguntas”.
Putin defendió, en este sentido, las “relaciones civilizadas” y el “respeto de las normas civilizadas”.
Durante su anterior mandato, de 1996 a 2001, los talibanes se dieron a conocer por su rigurosa aplicación de la ley islámica y su trato a las mujeres, que tenían prohibido estudiar, trabajar o salir a la calle sin compañía de un hombre.
“Rusia no tiene interés alguno en una desintegración de Afganistán, si esto sucediera no quedaría nadie con quien hablar”, apuntó además el mandatario.
Putin, que hizo estas declaraciones durante el Foro económico del Este, en Vladivostok (en el Extremo Oriente ruso), culpó a Estados Unidos de la “catástrofe” que está viviendo Afganistán.
“Se han gastado 1,5 billones de dólares y ¿cuál es el resultado? No lo hay”, lanzó.
En las últimas semanas, las autoridades rusas han adoptado una actitud bastante conciliadora hacia los talibanes, constatando su victoria y pidiendo un “diálogo nacional” para formar un gobierno representativo.
Aún así, Moscú continúa considerando a ese grupo como “terrorista”, pese a llevar años dialogando con el movimiento islamista.
Las autoridades rusas están sobre todo preocupadas por la seguridad de las exrepúblicas soviéticas de Asia Central, fronterizas con Afganistán, y por la posibilidad de que emerjan nuevos grupos yihadistas inspirados por los talibanes o apoyados por ellos.
El Kremlin también desea evitar un flujo regional de refugiados y un nuevo auge del tráfico de opio y de heroína. (I)
Fuente: El Universo, nota original: LINK