Mientras reportaban sobre el que se considera ya el tornado más devastador de la historia de Estados Unidos, los meteorólogos resaltaban lo sorprendente de su virulencia en una época del año en la que estos fenómenos atmosféricos son muy raros. Es durante los meses de abril y mayo cuando los tornados recorren los Estados del medio oeste americano, en cantidades entre los 220 y los 260, respectivamente. Apenas se dan una veintena de ellos en diciembre, según cifras de la agencia de meteorología norteamericana. Tampoco son habituales las temperaturas que se vivían el pasado viernes y sábado en Kentucky, cercanas a los 25 grados centígrados.
Ante semejante amenaza, el presidente de EE UU, Joe Biden, ha reclamado a la EPA (Agencia de Protección Medioambiental, siglas en inglés), que investigue el papel que la crisis del clima podría haber jugado en los mortales tornados que han dejado decenas de muertos a su paso por Tennessee, Arkansas, Illinois, Misisipi y Misuri, además de Kentucky, el más afectado. Sin duda, se trata de una anomalía, por la época del año, la longitud de más de 225 millas de recorrido asolando comunidades y la fuerza destructiva. Según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE UU, cada año alrededor de 1.200 tornados golpean el país norteamericano.
Para Deanne Criswell, responsable de FEMA (la agencia federal de respuesta ante emergencias), el azote meteorológico de este fin de semana es “la nueva normalidad” en una era de cambio climático. “Los efectos que estamos viendo del cambio climático son la crisis de nuestra generación”, aseguró Criswell el domingo en la cadena CNN. En opinión de FEMA, la gravedad, la duración y la magnitud de las tormentas que están sucediendo a estas alturas del año “no tienen precedentes”.
El sábado, cuando la nación trataba de asimilar el golpe de la tragedia, Biden declaró que lo sucedido estaba, en su opinión, íntimamente ligado al cambio climático. El calentamiento global provoca que los fenómenos meteorológicos sean cada vez “más intensos”, aseguró el demócrata.
La responsable de FEMA viajaba este domingo a la zona cero de la catástrofe para evaluar los daños y declaró que la operación seguía siendo una misión de rescate. “Creo que todavía hay esperanza. Enviamos a uno de nuestros equipos de búsqueda y rescate urbano a Kentucky. Llegaron ayer. Debemos seguir intentando encontrar la mayor cantidad de gente posible”, informó. En otra entrevista en la cadena ABC, Criswell declaró que no sabía si el presidente visitaría Kentucky. La Casa Blanca dejó saber el sábado que tenía que determinar con cuidado el momento en el que desplazarse a la zona para no convertirse en un estorbo a las labores de recuperación, debido al ingente equipo de seguridad y protocolo que mueve el mandatario.
Según vayan sucediéndose las jornadas y se vaya teniendo más información sobre los tiempos en los que se advirtió de la llegada del tornado (huno hasta 30), se irán depurando responsabilidades. Sobre esto se pronunció Biden: “Estoy seguro de que una de las preguntas que se van a plantear es: ¿Qué advertencia hubo? ¿Y fue lo suficientemente fuerte y se le prestó atención?”. Ese es el caso del almacén de Amazon situado en Edwardsville, Illinois, donde al menos seis personas resultaron muertas. Los equipos de rescate seguían buscando sobrevivientes el domingo. Según un representante de la compañía, una sirena de advertencia de tornado sonó 11 minutos antes de que la poderosa tormenta arrancara parte del techo de la nave y se derrumbaran algunas de sus paredes. A través de Twitter, el dueño de Amazon, Jeff Bezos, comunicó que tenía “el corazón roto por la pérdida de colegas” y transmitió su pésame a los familiares de las víctimas.
Fuente: El País – Nota original: LINK