El papa Francisco partió hoy hacia Roma desde la norteña Ciudad Juárez, la última etapa de una intensa y emotiva visita a México en la que abordó los problemas del país, desde el narcotráfico hasta el drama de la migración.
El pontífice, visiblemente alegre, fue despedido en el Aeropuerto Internacional Abraham González por el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, su esposa, Angélica Rivera, y unos 5.000 fieles que acudieron a la ceremonia para darle el adiós.
Los mariachis volvieron a sonar, como a lo largo de toda la visita, para despedir al jefe de la Iglesia católica, quien se reunió en privado con el mandatario durante unos minutos antes de abordar el avión de Aeroméxico, bautizado «Misionero de paz».
En la alfombra roja rumbo a la aeronave fue abrazado por un grupo de niños que le entregaron un cartel que decía: «Su santidad, los mexicanos rezamos por usted, usted rece por nosotros».
A continuación, una banda de guerra interpretó los himnos de México y de la Santa Sede, y las comitivas oficiales se despidieron.
En medio de la ovación de fieles que sacudían pañuelos blancos y cantaban «Francisco, hermano, ya eres mexicano» y el baile de un grupo folclórico, el papa partió a las 19.38 hora local (02.38 GMT del jueves) en la aeronave en que llegó esta mañana procedente de la capital mexicana.
«Me he sentido acogido, recibido por el cariño, la esperanza de esta gran familia mexicana. Gracias por abrirme las puertas de su vida», dijo Jorge Mario Bergoglio a través de la red social Twitter poco antes de que el avión despegara con rumbo al Vaticano.
La Presidencia mexicana utilizó la misma vía para enviarle un mensaje al sumo pontífice: «México le dice ‘Hasta Pronto’ a S.S. el Papa Francisco».
En su última misa en el país, a unos metros de la frontera con Estados Unidos, Francisco dijo hoy que ha visto entre los mexicanos «luces que anuncian esperanzas», y agradeció a quienes hicieron «posible esta peregrinación».
«Me he sentido acogido, recibido por el cariño, la fiesta, la esperanza de esta gran familia mexicana, gracias por abrirme las puertas de sus vidas, de su nación», afirmó.
«La noche nos puede parecer enorme y muy oscura, pero en estos días he podido constatar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian esperanza», añadió.
Durante su visita a México, en la que recorrió seis localidades en cinco días, el papa argentino se reunió con niños, jóvenes, presos, indígenas, víctimas de la violencia, migrantes, trabajadores, empresarios, políticos y autoridades.