Miles de sus seguidores invadieron el palacio presidencial, el Congreso y el Supremo Tribunal, protagonizando violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que finalmente los desalojaron.
«Las manifestaciones pacíficas son parte de la democracia. Sin embargo, los saqueos e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, se salen de la regla», expresó Bolsonaro en una publicación de Twitter.
Desde que comenzó la insurrección hasta que el exmadatario se pronunció en la red social pasaron seis horas.
Bolsonaro se encuentra en Florida, donde se trasladó a finales de diciembre, en los últimos días de su presidencia.
Su partida a EE.UU. se interpretó como una acción deliberada para no asistir a la toma de posesión de su sucesor, Luiz Inácio Lula da Silva, que le ganó en las elecciones de octubre por un ajustado margen.
«A lo largo de mi mandato siempre me he mantenido dentro de las cuatro líneas de la Constitución, respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y nuestra sagrada libertad», continuó el expresidente en su hilo de Twitter.
Bolsonaro se negó a reconocer oficialmente su derrota en las elecciones, aunque antes de partir de Brasil pidió a sus seguidores que evitaran recurrir a la violencia.
«Además, repudio las acusaciones, sin pruebas, que me atribuyó el actual jefe del ejecutivo de Brasil», en referencia al discurso pronunciado horas antes por Lula.
En su alocución tras los sucesos de Brasilia, el nuevo presidente acusó a su predecesor de ser responsable de este «acto terrorista».
Lula calificó a los que estaban detrás del asalto al Congreso de «fascistas fanáticos» y aseguró que serán «encontrados y castigados».
Las autoridades brasileñas anunciaron que mantienen el control de los edificios federales y han logrado desalojar a casi todos los «bolsonaristas».
Las autoridades brasileñas anunciaron que hay al menos 200 manifestantes arrestados tras el intento de tomar las instituciones.
BBC Mundo