El autor o autores de la masacre están en paradero desconocido, posiblemente armados, según la Policía.
En una rueda de prensa, el fiscal general de Ohio, Mike DeWine, indicó que se están interrogando a más de 30 personas, pero que todavía no se puede hablar de un sospechoso o de una «persona de interés», aunque se ha descartado que ninguno de los muertos cometiese suicidio.
El fiscal aseguró que no hay indicios para pensar que existe una amenaza contra el condado de Pike, donde sucedieron los hechos, aunque sí una «amenaza específica» para el resto de miembros de la familia Rhoden, de la que formaban parte los asesinados.
Por su parte, el alguacil del condado, Charles Reader, explicó que el Buró Federal de Investigación (FBI) está «en espera» para participar en el caso, pero aún no se ha implicado en la investigación.
Todas las víctimas pertenecían a la familia Rhoden y murieron de un tiro en la cabeza, algunos mientras dormían.
Los únicos supervivientes del tiroteo fueron tres niños de cuatro días, seis meses y tres años, respectivamente, informó Reader.
«Algunas de las muertes ocurrieron durante la noche porque algunas víctimas estaban en la cama. A una madre la mataron con su hijo al lado», relató, visiblemente horrorizado, el fiscal general.
Aunque las primeras informaciones apuntaban a que habían muerto niños en el suceso, el alguacil aclaró que solo una de las víctimas es menor y tenía 16 años.
Las autoridades desconocen cuál habría sido el móvil de esta masacre y, por el momento, no disponen de más información sobre el suceso.