¡Cómo pasa el tiempo! Es una frase común en días como hoy, cuando se cumple un mes del terremoto que azotó a la costa ecuatoriana. Pero lo que para unos ha sido rápido, para otros, los damnificados, seguramente se ha hecho eterno.
Eran las 18:57 del sábado 16 de abril, todo transcurría con normalidad. Nadie imaginaba que en un minuto la vida cambiaría para miles de personas en las provincias de Manabí, Esmeraldas, Santa Elena, Guayas, Los Ríos, Santo Domingo de los Tsáchilas. Y tampoco que para otros cientos, la vida simplemente terminaría esa noche. A las 18:58 un potente terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter sacudió varias ciudades.
Pedernales fue el epicentro del movimiento telúrico y la más afectada, pero el dolor y la destrucción se extendió por Manta, Portoviejo, Jama, Canoa, Bahía de Caráquez, Muisne, por nombrar algunas. Producto de la tragedia se registran hasta el momento 661 fallecidos, unos 4 600 heridos, 33 757 damnificados, 2 740 construcciones afectadas, carreteras destruidas y servicios básicos interrumpidos.
El terremoto dejó incomunicadas a las zonas afectadas, pasaban las horas y el país no conocía la magnitud del desastre.
El presidente Rafael Correa se encontraba fuera del país, al enterarse de la trágica noticia suspendió si visita al Vaticano y en cuanto pudo retornó al país.
Poco a poco empezaban a surgir las primeras imágenes de lo ocurrido. El panorama se volvió desgarrador y el impacto por la situación que enfrentaban nuestros hermanos llegó a cada rincón del país, que sin demora se movilizó para brindar su ayuda y enviar toneladas de donaciones.
Voluntarios, socorristas, médicos, activistas, futbolistas, constructores, religiosos, vendedores, empresarios, hombres, mujeres, niños, ecuatorianos, extranjeros… ciudadanos en general, prestaron sus manos y hasta el más pequeño recurso sumó para llevar un mensaje claro “no están solos”. La solidaridad fue tal que conmovió más allá de nuestras fronteras y la ayuda empezó a llegar de todas partes del mundo.
En medio del dolor, se presentaban también historias milagrosas. El rescate de personas con vida era sin duda motivo de alegría dentro y fuera del país.
El Gobierno declaró el estado de excepción, accedió a varios créditos internacionales para enfrentar la emergencia, creó el Comité de Reconstrucción que la semana pasada anunció varios incentivos económicos para los damnificados, como la entrega de bonos por 10 000 dólares para construcción de casas y de 4 000 para reparaciones. También aprobó la Ley de Solidaridad que, a través del aumento de tributos, buscará recaudar fondos para la reconstrucción.
Hoy, se cumplen 30 días desde que ocurrió la tragedia, la ayuda ha disminuido pero no se ha detenido, como tampoco lo ha hecho esa gente que pese a haberlo perdido todo se levanta cada día buscando la forma de salir adelante.