El 26 de agosto de 2012 el presidente Juan Manuel Santos anunció los primeros acercamientos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En ese entonces parecía que un acuerdo entre las dos partes era imposible. Sin embargo, poco a poco se estableció la ruta de diálogos.
Primero se confirmó que La Habana sería la sede de las negociaciones; después se estableció que Venezuela, Noruega, Chile y Cuba serían los países garantes y quienes iban a acompañar al Gobierno y a las FARC en el proceso.
Fue el turno de Rodrigo Londoño, alias Timochenko, el tercer comandante en la historia de las FARC, para lograr importantes acuerdos en el país cafetalero. Él ha sido calificado como un líder «ideologizado» y autor de los atentados más atroces, pero que debido a su «inteligencia como estratega» logró entender que las FARC no tenían otra salida que firmar la paz.
El conflicto armado en 52 años dejó un total de 220 000 víctimas mortales y miles de secuestrados. Para algunos analistas, la presencia del Papa Francisco fue fundamental dentro de los diálogos que duraron cerca de cuatro años. Lo calificaron como “el gran pacificador” de América, ya que después de afirmar que no era posible otro fracaso para Colombia, las negociaciones por sellar un acuerdo de paz se aceleraron.
Raúl Castro, presidente de Cuba, también fue clave en las negociaciones. Poco a poco los avances se iban evidenciando. Uno de ellos fue el anuncio de la salida de los menores de 15 años de los campamentos guerrilleros y el compromiso de que todos los jóvenes de menos de 18 años salgan también en los próximos meses de las filas de las FARC.
Aunque los plazos de la firma de paz se aplazaron en reiteradas ocasiones, este jueves se logró negociar lo que para muchos era innegociable. Hace pocos meses el expresidente Álvaro Uribe y sus seguidores marcharon en contra de la paz, argumentando que el Gobierno estaba cediendo frente a la guerrilla. Con esto coinciden muchos colombianos quienes a través de redes sociales y medios de comunicación han manifestado su malestar hacia el proceso, pues creen que todos los actos cometidos por las FARC quedarán en la impunidad.
Este fue un punto importante dentro de las negociaciones. Muchos creían que la reparación de las víctimas estaba en el limbo dentro del proceso. Es por esto que en 2013 se determinó que el acuerdo de paz deberá reparar a las familias de las víctimas de las minas antipersonal y en 2015 además se acordó la creación de una comisión para el esclarecimiento de la verdad, cuyo objetivo era obtener un panorama completo sobre la confrontación armada en el territorio colombiano.
Pero sin duda alguna 2016 es el año de los grandes acuerdos para Colombia. El cese del fuego definitivo significa el fin de una era de violencia y dolor, con la que varias generaciones crecieron. Aún así quedan temas pendientes como la participación de las FARC en asuntos políticos, la liberación de sus secuestrados y una solución al problema de drogas ilícitas.