Corea del Norte, el país ermitaño, el reinado extraño, la dictadura `perfecta´. Marcada por la injusta división en dos mitades asimétricas e irreconocibles entre sí, la mitad estalinista de la controvertida península asiática malvive entre el surrealismo, la crueldad y la hambruna permanentes. Pocos han andado por allí desde 1945, y han salido para contar cómo se vive allí donde la Guerra Fría nunca se dio por terminada.

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Desde imponer 28 cortes de pelo a sus ciudadanos hasta hacerles creer que sus líderes tienen poderes sobrenaturales, son algunas de las curiosidades en Corea del Norte, un país bajo régimen de Kim Jong-un, quien es famoso por no temblarle el pulso a la hora de liquidar a quien suponga un peligro para su régimen.

Un régimen y un país, según varios expertos, donde  es difícil distinguir lo cierto de lo falso, y todo ello por su aislamiento y hermetismo en donde los rumores más extraños parecen casi creíbles. Corea del Norte renunció al comunismo hace décadas a cambio de una filosofía propia, el Juche, donde las granjas son colectivas, la comida y otros productos básicos están racionados, no hay paro y poca propiedad privada, las imágenes de los líderes están por todas partes, y el cierre al exterior  tiene como objetivo preservar el régimen.

Según Kim Jong-un, la influencia de extranjeros y sus costumbres puede ser malas en un país que desde su fundación ha tenido tres presidentes de la misma familia: Kim Il-sung, Kim Jong-il y Kim Jong-un. El primer Kim es una figura parecida a la de Mao Zedong: un presunto héroe en la lucha contra el opresor extranjero y el fundador de la patria con ayuda soviética.

Parte del método para mantener dominados a sus ciudadanos es hacerles creer cosas impresionantes. Por ejemplo, que el padre del gobernante actual tenía la habilidad de controlar el clima, mientras que  Kim Jong-un, se dice que nació desde el cielo, el cual desplegó un gran arcoíris para llevarlo hasta la tierra.

Además, en este país asiático, está estrictamente prohibido que algún otro ciudadano lleve el nombre  Kim Jong-un; está prohibido ver contenidos que no sea propaganda del Estado; según la Constitución norcoreana, el Estado tiene libertad de creencias religiosas. A pesar de esto, 800 cristianos fueron ejecutados en 2013 por poseer Biblias; no se pueden tocar música sino es para alabar al gobierno; no se puede viajar al extranjero, y si un ciudadano es descubierto buscando refugio en China será sentenciado a muerte, entre otras restricciones.

Es así que distinguir entre la ficción y la realidad es casi misión imposible en un país, cuyo régimen amordaza los canales de información y de comunicación, lo que dificulta la verificación de los rumores sobre el Gobierno y Kim Jong-un, quien  decidió celebrar en enero pasado su 33 cumpleaños anunciando una prueba de bomba de hidrógeno, una manera de afirmar su autoridad y de reforzar su posición ante el mundo.

Así, Kim llevó a cabo la semana pasada una quinta prueba nuclear, posiblemente la más potente hasta ahora, y que según la televisión norcoreana, KCTV, mostró que las ojivas nucleares «fueron estandarizadas para poder ser cargadas en cohetes balísticos».  Eso permitiría a Corea del Norte producir «tanto como quiera de una variedad más pequeña, ligera y diversificada de ojivas de mayor potencia». Corea del Sur, China y Japón condenaron la prueba.

La alerta se dio tras el registro de un sismo artificial de magnitud 5,3, según reportes del Servicio Geológico de Estados, que lo describió como una «explosión». Mientras que la Administración Meteorológica de Corea del Sur cree que se habrían liberado 10 kilotones de energía, el doble de poder a la pasada prueba nuclear, en enero de 2016. Esa entidad confirmó que el sismo fue artificial.

Mauricio Meschoulam, experto en políticas públicas, terrorismo, mediación y paz de la CNN, en Fmmundo explicó que el gobierno de Kim Hong-Kyun busca enviar un mensaje claro de que no habrá sanción que les impida conseguir su objetivo de construir su propia bomba atómica. Resaltó, sin embargo, que aunque Pyongyang todavía no cuenta con una bomba que se pueda enviar en un misil, sí tiene la capacidad de aumentar su potencia nuclear y los expertos estiman que para 2020 podrían ensamblar artefactos que puedan ser enviados y detonados a través de un misil.