El gigante de la tecnología surcoreano anunció esta semana que pararía definitivamente la producción y venta de su emblemáticosmartphone, tras los reportes de que un fallo en la batería provocaba que algunos dispositivos se incendiaran.
Los analistas vieron la decisión de matar el Note 7 como un intento por parte de Samsung para salvar su imagen de marca y proteger a sus otros teléfonos inteligentes.
Samsung dijo el miércoles que esperaba que la decisión le costara 2.300 millones de dólares en beneficios operativas para los últimos tres meses hasta el 30 de septiembre. Y este viernes, anticipó una pérdida de 3.100 millones a mayores para los próximos seis meses, hasta marzo de 2017.
Pero, todavía podría ser peor. Nomura Securities predijo esta semana que la decisión de parar el Note 7 podría costarle a Samsung 9.500 millones en ventas perdidas y una reducción en el beneficio operativo de 5.100 millones entre este mes y el final de 2017. La compañía ha perdido en bolsa alrededor de un 8% desde el inicio de esta semana.
Samsung todavía está tratando de averiguar qué falló en los Note 7. En septiembre, la compañía había retirado 2,5 millones de teléfonos que fueron reemplazados por una versión posterior. Dijo entonces que el problema se debía a un fallo en las baterías. Pero el problema se extendió a los teléfonos de reemplazo.