El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó este martes a General Motors: fabrique el Chevrolet Cruze en Estados Unidos o pague altos impuestos.

 

“General Motors está enviando el modelo mexicano del Chevy Cruze a concesionarios libres de impuestos de Estados Unidos a través de la frontera. Háganlo en Estados Unidos o paguen un alto impuesto transfronterizo”, tuiteó Trump.

En diciembre pasado, Trump nombró a su directora ejecutiva, Mary Barra, en un panel de creación de empleo.

En un comunicado, General Motors aseguró que todos los modelos sedán del Chevrolet Cruze que se venden en Estados Unidos son fabricados en Lordstown (Ohio) y confirmó que el único modelo del Cruze que hace en México es el hatchback, aunque se trata de un automóvil fabricado para el mercado global «del cual se venden muy pocas unidades en Estados Unidos».

Pero GM no es la única compañía automotriz que produce más allá de la frontera estadounidense: Ford, Honda, Toyota y Volkswagen también hacen sus carros en México y los venden en Estados Unidos.

En varias ocasiones, Trump les ha dicho a los fabricantes de automóviles que pretende imponer un arancel del 35% para los carros que se hagan en México para el mercado estadounidense. Pero Trump no puede imponer una tarifa arancelaria a una sola compañía de manera unilateral.

Antes de las elecciones, le hizo la misma advertencia a Ford, que emplea a 8.000 personas en México, casi la décima parte de los empleados que tiene en Estados Unidos.

Las tarifas más altas implicarían que los estadounidenses tendrían que pagar más. Cuando el presidente Ronald Reagan estableció una cuota en el número de automóviles que Japón podrían enviar por barco a Estados Unidos, los fabricantes estadounidenses incrementaron en 1.000 dólares los precios, en promedio, sabiendo que enfrentarían menos competencia extranjera.

Cualquiera tarifa arancelaria, además, no se restringiría a fabricantes estadounidenses como General Motors o Ford. Si ese fuera el caso, sus automóviles serían mucho más caros que el resto de los que también se producen en México y se venden en Estados Unidos, como los Honda, los Toyota y los Volkswagen.

Ford y GM quedarían entonces expuestos a perder clientes en su mercado local frente a competidores extranjeros, algo que los expertos aseguran no le traería nada bueno para Trump.