Su fracaso para hacer realidad una promesa central de su campaña de derogar y sustituir el Obamacare -incluso con el monopolio del Partido Republicano en el poder en Washington- ha dejado a la Casa Blanca tambaleándose.
Trump y sus asesores deben reagruparse y tratar de evitar otra debacle legislativa con respecto a su próximo gran problema: la reforma fiscal. Lo harán sabiendo que una segunda derrota podría estrangular a su presidencia.
Los ayudantes de Trump habían considerado la reforma de salud como una fácil victoria temprana.
Pero la ignominiosa derrota del viernes debilitó gravemente el presidente, y dejó como una declaración vacía sus comentarios anteriores de que él es el único negociador que puede cambiar Washington.
Trump sorprendió a algunas de las personas más cercanas a él con su reacción al colapso de la reforma sanitaria. No se desahogó ni mostró rabia. En cambio, contempló «triste y tranquilo» desde la Oficina Oval su primer golpe, infligido por el pantano de Washington que había prometido drenar, dijo una fuente con información privilegiada.
El presidente estaba muy consciente de que falló en un tema que despierta pasiones entre su base política. También era consciente de que el desastre en la reforma sanitaria haría su misión para derribar el gigante paquete de impuestos mucho más difícil, dijo la fuente.
«Hace que sea más difícil seguir adelante», dijo un asesor de Trump.
Otro alto funcionario del gobierno dijo a CNN que la reforma tributaria podría ahora tener una «versión más pequeña» de lo que originalmente se planeó y se explicaría al público que, debido a que la derogación de Obamacare no sucedió, hay «miles de millones de dólares menos».
Ya con un ojo puesto en las elecciones de medio término, que normalmente hacen daño al propio partido del presidente, algunos de los asesores de Trump temen que la supervivencia del Obamacare proporcione un punto de encuentro para sus enemigos políticos.
«Los demócratas se sentirán envalentonados y su base se sentirá envalentonada», dijo un alto funcionario del gobierno.
¿Se acabó el capital político?
Algunas encuestas muestran que el índice de aprobación de Trump por debajo del 40% ha socavado la influencia de la nueva presidencia, lo que hace que sea todavía más difícil impulsar ambiciosos proyectos de ley.
Hay un montón de rumores acerca de la naturaleza rebelde de la propia Ala Oeste. Historias de rivalidades y luchas internas han estado proliferando desde el inicio de la administración, al parecer debido al hábito de Trump de montar centros rivales en su propia operación para crear el caos en el que cree que puede prosperar.
Si el presidente «quisiera poner fin a la lucha interna, podría acabar con ella», dijo un alto funcionario del gobierno a CNN. Y en medio de rumores de que el jefe de gabinete, Reince Priebus, podría pagar el precio por el fracaso de la reforma de salud, la fuente dijo que si el republicano de Wisconsin está en problemas «es por razones distintas a la reforma sanitaria».
Pero hay un montón de culpas que repartir.
Una vez más, la díscola coalición republicana parece inadecuada para el gobierno, como el propio presidente de la Cámara Paul Ryan comentó el viernes.
Y mientras que algunos en el equipo de Trump parecen culpar a la intransigencia del conservador Freedom CAucus o la insistencia de Ryan de impulsar una reforma conservadora, el equipo del presidente sabe que debe abrazar un enfoque más inclusivo y estratégico en su próxima pelea legislativa.
Dos funcionarios del gobierno reconocieron a CNN que la Casa Blanca debió haber hecho llamamientos anteriores a los grupos conservadores y tomar un papel más importante en el impulso de la estrategia para vender el proyecto de reforma sanitaria desde el principio.
«En el futuro se va a ver a la Casa Blanca jugando un papel más activo en términos de lenguaje y la estrategia», dijo uno de los funcionarios.
Priebus salió el domingo para suavizar cualquier sugerencia de que Trump y Ryan estaban en desacuerdo, después de rumores en tal sentido.
«Él (Trump) habló con Paul Ryan ayer durante una hora aproximadamente. Él no culpa a Paul Ryan», dijo Priebus en .
Increíblemente, después de que Trump se pasó meses demonizando a Washington y destacando su naturaleza disfuncional -y su jefe de estrategia Steve Bannon pasó mucho tiempo alimentando luchas internas en el Partido Republicano como jefe de Breitbart News- su equipo parece haber subestimado las fuerzas políticas desleales.
Un segundo funcionario reconoció que la Casa Blanca subestimó «la profundidad de la animosidad en la conferencia republicana», creyendo que la promesa de derogar y sustituir el Obamacare superaría las rivalidades entre las facciones.
«Es más venenoso que en cualquier momento», dijo el funcionario, agregando que la capacidad de los republicanos de mejorar las relaciones internas podrán definir el éxito de la Casa Blanca en sus intentos posteriores sobre legislaciones importantes como la reforma tributaria y una ley de infraestructura.