Las investigaciones del Banco Mundial indican que existe una correlación entre la tasa de desnutrición crónica infantil y el índice de desarrollo de un país, pues las carencias nutricionales afectan de manera irreversible al desarrollo cognitivo del niño y, por tanto, su futuro rendimiento escolar y su capacidad productiva en la vida adulta.
Los daños sobre el cerebro de un infante con desnutrición hacen que “su capacidad de asimilación de los conocimientos sea muy limitado y prácticamente productividad también lo será”, mencionó Nelson Gutiérrez, Senior en Protección Social del Banco Mundial. Con esto, indicó Gutiérrez, es innegable que la desnutrición crónica es un problema que genera inequidad en el mundo.
«Ecuador, desafortunadamente, es uno de los países que presenta la mayor la tasa de desnutrición crónica infantil en América Latina”, cercano a los índices de África Subsahariana, según el analista. En el país, el problema prevalece en varias provincias: Morona Santiago, en la Amazonía; Chimborazo, en la Sierra; y Santa Elena, en la Costa.
La tasa no ha disminuido de acuerdo con las proyecciones esperadas, en relación a la inversión hecha, de acuerdo a Gutiérrez, quien además, advierte que “se tienen que redoblar los esfuerzos ya hechos hasta el momento”. Este problema no concierne únicamente a la administración gubernamental, también a la sociedad civil, agregó.
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