El político fue condenado el miércoles a nueve años y medio de cárcel por cargos de corrupción, en el primero de cinco procesos que enfrenta vinculados a una gigantesca trama de sobornos.
«Si alguien piensa que con esa sentencia me sacaron del juego, sepan que sigo en competencia», dijo Lula a los medios, un día después de que el juez Sérgio Moro emitiera la condena en su contra.
En una rueda de prensa en Sao Paulo, Lula dijo que quiere ser el candidato de su formación política, el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda). «Quiero decir a mi partido, que a partir de ahora voy a reivindicar del PT el derecho de colocarme como postulante a la candidatura de 2018», declaró bajo la aclamación de sus simpatizantes. El expresidente fue acusado de recibir un apartamento frente al mar y reparaciones a la propiedad como soborno de una empresa de construcción, OAS. Silva nunca poseyó el apartamento, pero los fiscales sostienen que la intención era dárselo.
El caso es parte de la investigación por corrupción más grande que se haya realizado en Brasil, y decenas de políticos y empresarios han sido encarcelados. Pero Silva es la figura más importante en ser condenada hasta la fecha, el primer expresidente hallado culpable en un proceso penal, al menos desde la restauración de la democracia en los 80.
Aunque el juez Sergio Moro defendió la decisión afirmando que se basaba únicamente en la ley, Lula tachó el juicio de caza de brujas.
El primer presidente de Brasil de clase trabajadora, condenado a casi 10 años de prisión, permanecerá en libertad mientras se dirime su apelación, pero ahora es el primer expresidente condenado en un proceso penal al menos desde la restauración de la democracia en la década de 1980.
Mientras tanto, el actual presidente, Michel Temer, afronta sus propias acusaciones de corrupción.