Stephen Paddock había alquilado una habitación en el piso 32 del hotel y casino Mandalay Bay, el pasado jueves. Ahí había instalado dos plataformas estratégicamente ubicadas de tal forma que le permitiera un mejor ángulo de tiro. Usó una herramienta como martillo para reventar las ventanas y desde allí, a las 22:08 del domingo, el estadounidense de 64 años disparó sin parar con un rifle semiautomático contra unas 20.000 personas que disfrutaban de un festival de música country, a unos 200 metros de distancia. Las ráfagas de balas acabaron con la vida de 59 personas y dejaron heridas a 527. Luego se mató.
Paddock tenía más de 19 rifles en la habitación y protagonizó el tiroteo más mortal en la historia reciente de EE.UU.
El sonido aterrador de los disparos desató el pánico abajo, en el escenario del Route 91 Harvest Festival donde, en ese momento, cantaba la estrella del country Jason Aldean. Al inicio pensaron que eran fuegos artificiales. Hombres y mujeres corrían desesperados de un lado a otro, confundidos. Lanzarse al piso era peor porque las balas impactaban desde arriba. En la huida despavorida pisotearon cuerpos tirados en el piso.
“Probablemente hubo hasta 100 tiros por vez. Sonaba como si estuviera recargando para empezar de nuevo. Muchas personas recibieron los disparos cuando intentaban escapar”, contó Steve Smith.
Logan Cruz dijo que asimilaron que se trataba de un ataque cuando empezaron a escuchar gritos diciendo: “¡Corran, está recargando (el arma)!”. “Había niños y gente tirada por el suelo, pisoteada”. “Vi a una niña completamente cubierta de sangre”, registró bbcmundo.com.