Con este acuerdo se espera atender puntualmente hechos de abusos psicológicos o físicos dentro de los centros educativos, indicó el secretario de Educación, Fánder Falconí.
Este acuerdo durará cinco años y su objetivo es prevenir, identificar y judicializar la violencia física, psicológica, o sexual en escuelas y colegios de todo el país.
El convenio establece el uso de procedimientos que garanticen la protección de niños, niñas y adolescentes, cuya integridad ha sido vulnerada o esté amenazada, dando prioridad a la asistencia a las víctimas de delitos sexuales.
En esa línea, la Fiscalía General del Estado y el Consejo de la Judicatura tendrán que generar registro de los casos de delitos contra la integridad física y/o sexual de los estudiantes, así como atención, acompañamiento inmediato, la restitución integral y la reparación a las víctimas.
Falconí recordó que ese fue el caso de los estudiantes de la Academia Aeronáutica Mayor Pedro Traversari (Aampetra), en donde 41 niños fueron víctimas de abuso sexual en el año lectivo 2010-2011.
El ministro también se refirió a imágenes que circulan a través de redes sociales en donde aparecen estudiantes de un plantel, en Carapungo. Aseguró que se iniciaron investigaciones por parte de la Dirección Distrital y ya se levantó un expediente. “Luego de las investigaciones se tomarán las sanciones pertinentes”, garantizó.
Según el doctor Tomás Alvear, este instrumento permitirá tener una sola línea de acción interinstitucional y no esfuerzos aislados para enfrentar esta problemática.
“Lo que buscamos es que estos espacios libres de violencia generen información para adoptar medidas más eficientes”. Rosana Alvarado, ministra de Justicia, dio cuenta de que en el país habría 250 casos emblemáticos de maltrato. Aseguró que se ha dado seguimiento para cortar la cadena de violencia.
La funcionaria recordó durante la presentación de un informe de las Naciones Unidas, que Ecuador demostró avances en el tema, ya que ahora existe una mayor cultura de denuncias de abusos contra los niños.
Fuente: El Telégrafo