La diligencia se realiza en la Unidad Judicial Alban Borja, en Guayaquil. Allí, la Fiscalía procesa al expresidente Abdalá Bucaram por el presunto delito de tráfico de armas de fuego y municiones.
La audiencia de evaluación y preparatoria de juicio en contra del exmandatario arrancó a las 11:00. El arma por el que se le procesa fue hallada en su vivienda el pasado 3 de junio del 2020, mientras los agentes realizaban un operativo por presunta corrupción en los hospitales públicos.
En la diligencia a la que fue sometido Bucaram apenas fue arrestado, su defensa explicó que el arma fue un regalo de las Fuerzas Armadas y que le entregó el exjefe del Comando Conjunto, Paco Moncayo, cuando Bucaram fue Presidente.
“Se constató que el arma era de las Fuerzas Armadas, mi representado le explicó al señor fiscal que fue un obsequio del señor Paco Moncayo, General en ese entonces de las Fuerzas Armadas”, dijo el abogado Fernando Rosero González.
Luego siguió: “Al realizar la revisión, esta arma, que nunca ha sido utilizada, se encuentra dentro de una gaveta de un escritorio. Abdalá Bucaram nunca ha utilizado el arma y se encuentra a buen recaudo (…)”.
En el momento en que el juez del caso otorgó la palabra a Bucaram, él dijo algo parecido: “Señor juez estoy frente a un atropello de las autoridades como ex Presidente de la República; el arma me la había regalado el general Moncayo, el arma ha estado guardada durante 24 años, pero nunca en mi vida la he usado. ¿Cuál es mi mensaje? que antes de un arma yo construyo una escuela”.
Diario El Comercio se comunicó con Paco Moncayo para conocer su versión sobre estos hechos. El exjefe de las Fuerzas Armadas indicó que el día de la captura recibió una llamada del expresidente Bucaram.
“Me dijo que le quieren enjuiciar por terrorista por el arma que yo le entregué. Yo le dije que no descarto que pudo haber habido un presente en un acto social que le haya otorgado el Mando Militar, pero en mi vida yo no he regalado personalmente nunca nada a un superior militar o a un político superior”.
Fuente: El Comercio – Nota Original : LINK