Gran parte de la manifestación se desarrolló de manera pacífica, pero al caer la noche los incidentes fueron ganando intensidad en las inmediaciones de esta plaza, epicentro de las protestas que estallaron el 18 de octubre de 2019, y también en otros sectores de la capital donde saquearon una farmacia y atacaron un comisaría con piedras y bombas molotov.
Una iglesia consumida por el fuego, y otra muy dañada fue el resultado de ataques violentos de grupos de encapuchados mientras del otro lado de la manifestación familias completas bailaban y celebraban.
«Quemar iglesias es una expresión de brutalidad», afirmó el ministro del Interior y Seguridad, Víctor Pérez, al destacar que durante la jornada se resguardaron las estaciones del Metro de Santiago, los autobuses del transporte público y otros blancos de los violentos ataques el año pasado.
También dijo que fueron «grupos minoritarios» al interior de la manifestación los que realizaron actos de violencia.
La pequeña iglesia de la Asunción -construida en 1876- resultó completamente destruida. Cuando su cúpula cayó en llamas tras el colapso de la estructura, varios manifestantes celebraron tras haber gritado «¿Que caiga, que caiga!».
Otro templo, de Carabineros, también fue saqueado e incendiado, resultando muy dañado.
Desde temprano los manifestantes -en su mayoría jóvenes pero también familias y personas mayores- llegaron hasta la Plaza Italia, rebautizada por la revuelta como «Plaza de la Dignidad», para conmemorar el día en que «Chile despertó», como afirman los manifestantes, pero también para volver a reencontrase en una masiva protesta tras casi ocho meses de pausa por la pandemia.
Nota Original: El Universo – LINK