Obama hizo uso de una ley de hace 63 años para llevar a cabo sus estrategias, las cuales prevendrán futuros arriendos de ciertas áreas costeras para explotación petrolera. Su sucesor, Donald Trump, quien ha prometido una política que que permita una mayor producción de energía estadounidense, enfrentaría desafíos legales si intenta reversar la directriz de Obama.
La Casa Blanca aseguró que Obama estaba declarando la entera porción estadounidense del Mar de Chukchi y la gran mayoría del Mar de Beaufort «indefinidamente fuera de los límites para futuros arrendamientos para exploración de hidrocarburos», basándose en la protección de los mamíferos marinos, los recursos ecológicos y las poblaciones nativas.
Canadá también anunció el martes que congelará su exploración de petróleo y gas en sus aguas del Ártico.
Estados Unidos también ha declarado a 31 cañones costeros atlánticos cómo áreas libres de perforación, citando «un valor ecológico fundamental e irreemplazable».
Durante su mandato, Obama ha utilizado acciones ejecutivas para poner restricciones sobre nuevos arrendamientos en las aguas que rodean a Estados Unidos, incluyendo las del Ártico, las del Pacífico y las del Atlántico. Su administración se pronunció el mes pasado en contra de permitir nuevos arrendamientos en ciertas áreas del Ártico por los próximos cinco años.
Pero las decisiones del martes se moverán más sustancialmente más allá de las restricciones, impidiendo que cualquier futuro presidente tome medidas rápidas para reabrir la exploración petrolera en áreas restringidas.
La ley, denominada Acto para las Tierras de la Plataforma Continental Exterior de 1953, le permite a los jefes de Estado retirar tierras de futuros arrendamientos. Ha sido usada por pasadas administraciones para restringir la exploración petrolera en las costas Oeste y Este, aunque cada vez más se le ha dado una fecha de vencimiento.
Los esfuerzos previos de Obama para prohibir nuevos arrendamientos en el Ártico y en el Atlántico pueden ser reversados cuando Trump tome posesión y su nueva administración expida nuevos planes para la perforación. Las iniciativas del martes, no obstante, serán más problemáticas de echar abajo dado que serían implementadas usando una ley y no una acción ejecutiva.
«Creemos que hay una base legal fuerte para estas disposiciones», aseguró un funcionario de la administración, prediciendo que éstas «seguirán adelante y resistirán el paso del tiempo».
«Esta acción tiene fuerza de ley. Un futuro presidente no tiene autoridad para tumbarla», añadió el funcionario.
Grupos ambientalistas habían presionado a Obama para que tomara acciones decisivas que impidieran nuevas perforaciones petroleras en el Ártico, argumentando que los riesgos de derrames y fugas son demasiado altos. Mientras, las compañías petroleras insisten en que los 27.000 millones de barriles de petróleo y 132 billones de pies cúbicos de gas natural estimados por debajo de la superficie podrían proporcionar un impulso a la producción de energía estadounidense.
«En vez de ayudar a cimentarnos como un líder energético global, el mandato unilateral de hoy podría poner a Estados Unidos de nuevo en un camino dependencia energética durante décadas», dijo Dan Naatz, vicepresidente de la Asociación Independiente de Petróleo de Estados Unidos (IPAA, por sus siglas en inglés).
«Estamos en desacuerdo con esta retórica política de último minuto del gobierno de Obama y esta decisión nos parece falta de sinceridad. Con exactamente un mes que le resta en el poder, el presidente Obama ha escogido sucumbir ante las demandas de los extremistas ambientalistas de mantener los asequibles y abundantes suministros de energía de nuestra nación por fuera del alcance de quienes más lo necesitan, manteniéndolos en el suelo», añadió Naatz.
El legado ambiental de Obama enfrenta un futuro incierto con Trump, quien ha calificado el cambio climático como un fraude y ha prometido sacar a Estados Unidos del acuerdo internacional sobre el clima de París.
Trump ha nominado a fuertes conservadores para dirigir agencias ambientales claves, entre ellos al fiscal general de Oklahoma Scott Pruitt, un negacionista del cambio climático, como jefe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés).
Pero también ha estado abierto a perspectivas más ‘verdes’, al reunirse con el exvicepresidente Al Gore e impulsar a su hija Ivanka Trump a liderar su agenda climática.