El Congreso de Brasil aprobó este miércoles de madrugada, en una maratónica sesión de más de 16 horas, la reducción de la meta fiscal propuesta por el gobierno interino de Michel Temer, que prevé un déficit primario de más de $ 46.000 millones.
El gobierno de Temer, que asumió de forma interina mientras la presidenta Dilma Rousseff es juzgada por manipulación de las cuentas públicas, estimó que el año cerrará con un déficit fiscal de 163.942 millones de reales (unos $ 46.800 millones). Contando todo el sector público, el déficit llegaría a 170.500 millones de reales ($ 47.749 millones). «Es una cifra justa, es una cifra buena para el país», dijo diputado Dagoberto Nogueira, relator del proyecto de reforma al presupuesto. Aprobar esta meta era crucial para el gobierno de Temer, que asumió hace 12 días después que Rousseff fue apartada del cargo para ser sometida a un juicio por manipulación de las cuentas públicas.
En caso de rechazo, el gobierno interino hubiera tenido que hacer malabares y prácticamente parar la máquina pública con violentos cortes para cumplir con la meta de superávit primario -ahorro antes de pagar intereses de la deuda- de 24.000 millones de reales ($ 6.700 millones) prevista inicialmente en el presupuesto aprobado para 2016. El gobierno de Rousseff ya había establecido una meta de déficit fiscal de 96.000 millones de reales (unos $ 27.000 millones al cambio actual), pero ésta no llegó a ser votada en el Congreso.
Con el déficit en 2016, la mayor economía latinoamericana terminará su tercer año con un rojo fiscal, mientras se encamina hacia su peor recesión en un siglo. La feroz crisis que golpeó al gigante emergente ya había llevado al gobierno de Rousseff a reducir cinco veces la meta fiscal de 2015, antes de que el país terminara el año con un déficit primario de 1,88% del Producto Interior Bruto (PIB). Si la mandataria es finalmente destituida, Temer concluirá su mandato hasta 2018. Y la prioridad de su nuevo gobierno es sanear la economía.