Antes de la guerra civil, Siria era uno de los países de medio oriente que tenía menos conflictos armados. Varios medios de comunicación aseguran que Siria era un lugar próspero y con alto nivel cultural, donde cristianos y musulmanes convivían y se respetaban. Además, las mujeres tenían los mismos derechos a educación y tránsito que los varones.
Bashar Al Assad, actual presidente de Siria, se ha negado a salir del poder desde que inició la guerra civil. Esto ha desencadenado que el grupo terrorista Estado Islámico (EI) también aproveche la situación y tome el mando de ciudades devastadas por el conflicto entre rebeldes y defensores del Gobierno.
Múltiples imágenes han demostrado el cambio que han sufrido las principales ciudades como Alepo, Homs y Damasco. Pero la crisis va más allá de fotografías. Según el Syrian Center for Policy Research los fallecidos desde 2010 alcanzan los 470 000 y la población ha pasado de 21,8 millones en ese mismo año, a 20,21 millones en 2015. Esta cifra evidencia la desesperación de la gente que además huye de estas tierras azotadas por la guerra y buscan un mejor futuro en sus países vecinos y en Europa.
En 2015 ese continente registró una importante crisis de refugiados. Constantes imágenes mostraban cómo mares de personas caminaban días enteros para cruzar fronteras y empezar desde cero su vida. Cientos de personas murieron en naufragios como el tan recordado Aylan, el niño sirio de tres años que fue encontrado en la orilla de una playa en Turquía.
Pero así mismo existen los sirios que no pueden huir de la guerra y se han convertido en refugiados internos. Estas personas son las más afectadas pues no pueden acceder a la ayuda humanitaria que llega desde otros países, ya que muchas veces es bloqueada por las fuerzas bélicas. Uno de los campamentos de refugiados es el Jerbet al Jaldiye en donde residen varias familias sirias, quienes han relatado a la prensa que lo único que tienen para comer es “hierba”.
«Nosotros arrancamos hierbas en los campos, menta, malva, y las cocinamos, eso es todo lo que tenemos para comer», dijo Naida, de 35 años a la AFP.
La comida no es el único problema sino también la falta de medicamentos e instrumentos de limpieza a la cual los sirios ya casi no tienen acceso. La crisis se ha vuelto tan grave que el portavoz de Naciones Unidas en Nueva York, Farhan Haq, informó de varios casos de desnutrición y muertes por inanición.
El alto comisionado de la ONU, el pasado 11 de febrero, denunció que los civiles en Siria están siendo utilizados como “fichas de cambio y carne de cañón” y calificó a la situación del país como “grotesca”.
Según la ONU, las conversaciones de paz, que fueron suspendidas en Ginebra, se retomarán el próximo 25 de febrero.