El diputado evangélico Fabricio Alvarado y el exministro oficialista Carlos Alvarado disputarán la presidencia de Costa Rica en un balotaje el 1 de abril, luego de que ninguno de los candidatos lograra más del 40 por ciento de los votos necesarios para ganar en una disputada primera vuelta.

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Con el 86,6% de las mesas escrutadas, Fabricio Alvarado lideraba con un 24,8% de los votos, seguido por el izquierdista Carlos Alvarado con el 21,7%.

«La invitación más que a votar fue para unirnos a un movimiento (…) Costa Rica salió a votar y el mensaje ha sido claro: Costa Rica ya no desea más de lo mismo», dijo Fabricio Alvarado ante los vítores de miles de seguidores el domingo.

«(Proponemos) la soberanía de la familia como base fundamental de la sociedad, donde se gestan los valores. Costa Rica le ha dado un mensaje a los partidos tradicionales: nunca más se metan con la familia», agregó.

Esta será la tercera vez en su historia que Costa Rica, la democracia más antigua de América Latina, elegirá presidente en una segunda vuelta, pero la primera en que quedan excluidos las dos agrupaciones que protagonizaron décadas bipartidistas finalizadas en 2014 con el triunfo de Luis Guillermo Solís.

Fabricio Alvarado, expresentador de televisión de 43 años, llegó como favorito con su promesa de oponerse a una resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que obliga al país a legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, galvanizando el voto conservador.

Pastor evangélico

Electo en 2014 como único diputado del partido Restauración Nacional, Alvarado catapultó la representación de su partido en la Asamblea Legislativa impulsado por el voto de la creciente población evangélica del país -un 15 por ciento de los casi cinco millones de habitantes- que se opone a temas como la diversidad sexual, la fecundación in vitro y el aborto.

Casado y con dos hijas, el salmista ha destacado en los debates por sus mensajes bien articulados y su dominio del medio, sacando rédito de su carisma artístico y su experiencia como presentador de televisión.

Su plan de gobierno incluye medidas de austeridad en el gasto público, anticorrupción y creación de empleo con inversión extranjera, pero no ha precisado acciones económicas concretas.

Aunque su programa electoral reconoce la necesidad urgente de una reforma fiscal para fortalecer las cada vez más debilitadas arcas públicas, el candidato ha asegurado en varias entrevistas que no subirá los impuestos, un tema ampliamente rechazado por los costarricenses.

Un exministro

Premiado escritor de ficción de 38 años, Carlos Alvarado no partió como favorito, pero la amenaza conservadora sobre la agenda progresista y social del presidente Solís acabó por animar a sus bases y darle un pase a la segunda vuelta tan inesperado como el del propio mandatario Solís en 2014.

Casado y con un hijo, la campaña oficialista se vio seriamente empañada por un caso de corrupción conocido como «el cementazo» que salpicó al actual gobierno, donde el postulante ocupó las carteras de Trabajo y Desarrollo Humano.

«La Costa Rica del siglo XXI requiere un gobierno que sepa llevar adelante, con vigor, amor y alegría la agenda de la igualdad», dijo Carlos Alvarado ante el grito de «sí se puede» de sus seguidores.

«Celebremos hoy esta victoria, pero sabemos que mañana, una vez más, vamos a trabajar con fuerza, con amor por Costa Rica», agregó.

El aspirante prometió poner en vigor la resolución de la Corte IDH sobre el matrimonio homosexual y mantener algunas líneas del gobierno Solís, como una urgente reforma fiscal que el oficialista Partido Acción Ciudadana, sin mayoría en la Asamblea Legislativa, no pudo aprobar en el mandato.

Los costarricenses también eligieron a los 57 miembros del Congreso. Según resultados preliminares, el Partido Liberación Nacional (PLN), de Álvarez Desanti, lograba retener la mayoría de los curules con 17 asientos, mientras que el oficialista Acción Ciudadana (PAC) se quedaba con 10 curules.

Costa Rica es el primer país latinoamericano que va a las urnas en 2018, un año en que Brasil, México, Colombia, Venezuela y Paraguay también elegirán nuevo mandatario.